Sus fondos atesoran cuevas, recovecos y arcos en los que se refugian grandes bancos de peces roncadores o verrugatos. Morada de estrellas rojas, esponjas y caballitos de mar, El Cabrón ofrece varias rutas para que tanto el buceador principiante como el veterano puedan disfrutar de una experiencia única y cuanto menos sorprendente.

 

La playa de El Cabrón, ubicada en Arinaga, atesora bajos sus aguas uno de los enclaves submarinos más sorprendentes del Archipiélago. Su belleza natural y la gran biodiversidad que albergan sus fondos convierten a este paraje en la primera zona propuesta para la creación de una reserva marina protegida en Gran Canaria. 

 

Morada de especies marinas de gran y pequeño tamaño, como angelotes o sargos, esta zona del sureste de la Isla dispone de más de 600 metros de costa buceables, tanto para expertos como principiantes. Asimismo, la limpieza de sus fondos y su fácil acceso permiten que más de 400 usuarios disfruten de sus atractivos durante los fines de semana.

 

“El Cabrón es uno de los puntos de buceo más concurridos, ya que su paisaje ofrece diferentes rutas, desde cuevas y arcos rocosos a más de 10 metros de profundidad que constituyen la guarida para mantas y roncadores hasta sebadales cerca de la superficie, que refugian a una infinidad de invertebrados y pequeños peces”, explicó el instructor de buceo y veterano en la zona, Eduardo Vera.

 

Dentro de las rutas recomendadas, se diferencian dos en concreto: la playa, donde los principiantes con gafas y tubo pueden disfrutar del oasis de vida que genera el gran sebadal, y la zona de mar abierto, ideal para expertos que dispongan de un equipo para sumergirse por las profundidades de cuevas llena de bancos de roncadores y verrugatos.

 

La ruta para los amantes del snorkel comienza en la orilla de la playa, que con un mar llano y tranquilo pueden atravesar El Canal y acceder a la zona denominada Punta de la Monja, que se encuentra rodeada por un vergel rico en estrellas rojas, esponjas, conchas, caballitos de mar, algas y otras especies de flora marina. Entre los recovecos de las rocas también se pueden observar una infinidad de alevines, pulpos y algún que otro salmonete o pez peine. 

 

“La planta característica de este sebadal es el tipo posidonia, que oxigena el medio marino y nutre a especies pequeñas que se refugian entre sus hojas; un verdadero ecosistema digno de fotografiar al detalle”, matizó Vera.

 

A varios metros de profundidad, donde el acceso a nado se complica, comienzan los itinerarios para los aficionados con experiencia. Para abrir boca se puede comenzar con la zona de El Hoyo, una cavidad de veintidós metros de profundidad que alberga numerosos bancos de viejas, bicudas y rojizas catalufas. “También se puede visualizar alguna morena, mero o gallo”, aclaró entusiasmado Rodolfo Domínguez, presidente del club de buceo Montagua.

 

La siguiente parada obligatoria en este espectacular paisaje subacuático es la Cueva de Verrugatos, que como su nombre indica alberga una gran población de esta especie a veinte metros de profundidad. “La limpieza de estos fondos y la escasa corriente permite al buceador una observación clara de su fauna, donde los roncadores son los verdaderos protagonistas”, añadió Domínguez.

 

A escasos metros de la cueva, habita el gran banco de roncadores, grandes cazadores de peces nocturnos, que destacan por su color amarillo intenso. “Para cerrar el circuito se podría visitar las inmediaciones de Los Arcos, donde las barracudas, los abades y las mantas revolotean por doquier y el paseo por esta estructura rocosa circular tiene un encanto añadido ”, matizó el presidente de Montagua.

 

La Punta de la Sal se posiciona como el segundo plato fuerte para los veteranos. A mar abierto y con la ayuda de una embarcación, los buceadores experimentados recurren a esta opción para ver peces de gran tamaño, como los angelotes. “Este tipo de peces no son peligrosos, lo único que ha de hacer el buceador es dejarse seducir por su grandeza y su belleza”, apostilló Domínguez.

 

Según el instructor Vera, otro de los atractivos que ofrece esta zona es el pecio Plasencia, que se encuentra cerca de Pozo Izquierdo. Este carguero, que yace a una profundidad de 30 metros, se ha convertido en arrecife de corales y criadero de peces. “Este macizo de hierro da cobijo a muchas especies que se reproducen en su estructura y genera un espléndido dinamismo a los ojos del buceador”, destacó Vera.

 

Muchos son los aficionados al buceo que esperan a la noche para redescubrir este lugar bajo el mar, ya que los roncadores, como las rayas o las morenas, son peces que tiene una actividad nocturna muy activa. “Para el buceo nocturno se recomienda ir en compañía de otros compañeros y disponer de las linternas adecuadas”, afirmó el veterano.

La perla submarina del Sureste

A pesar de las bondades que reúne los fondos marinos de esta playa y de las constantes peticiones que han realizado los clubes de buceo de la zona, la playa del Cabrón aún no está declarada oficialmente por el Gobierno de Canarias como reserva natural marina. En este sentido, desde 1995 varios colectivos, como la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC, han impulsado esta propuesta en las instituciones pertinentes pero, según Vera, ha caído en saco roto y ni siquiera el Ayuntamiento de Agüimes ha apoyado este reclamo. “Si esta costa se declarara reserva natural, el ciclo de reproducción de las especies de esta zona estaría garantizado, ya que se prohibiría la pesca de alevines que constituyen la verdadera amenaza para el medio”, argumentó Vera. Y recalcó “es una cuestión de cuidar y conservar nuestro entorno, de forma que los usuarios no sean los únicos responsables de la limpieza de estos fondos”.

 

En Canarias solo existen tres reservas marinas declaradas oficialmente por el ejecutivo regional: La Restinga (El Hierro),  que posee una extensión de 750 hectáreas, la denominada Isla de La Graciosa e Islotes de Lanzarote, con una superficie que alcanza 70.700 hectáreas, y en la isla de La Palma, un litoral de 3.719 hectáreas.

 

Iniciativas, que han surgido con el respaldo de instituciones como la Universidad de La Laguna, el Instituto Español de Oceanografía o el propio sector pesquero.