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Copa del Rey. Primera eliminatoria

La UD Las Palmas evita el sonrojo en Vélez

Ale García culmina la remontada amarilla ante un rival de Segunda RFEF (2-3)

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CF Vélez-UD Las Palmas (2/12/2021)

Sangre, sudor y casi lágrimas. La UD Las Palmas Las evitó el sonrojo en la primera ronda de la Copa del Rey ante el Vélez CF gracias a un tanto de Ale García, en su debut como goleador del equipo amarillo. El conjunto grancanario tuvo que sobreponerse por dos veces al marcador para derrotar a un equipo de dos categorías menos, pero que demostró por momentos tener el doble de ganas de la UD para seguir con su aventura en el torneo copero (2-3).

El sufrimiento de la UD fue tal en el Vivar Téllez que acabó entregado al cronómetro, pidiendo la hora y envuelto en una agonía total. Porque además de lo corto del resultado, la UD defendió el descuento con diez hombres por la expulsión de Kirian Rodríguez por doble amarilla en una buena invención del colegiado Rafael Sánchez López, que vio una tarjeta donde no hubo ni falta.

Hasta el pitido final no pudo respirar una UD que firmó una primera parte indigna para recuperar el tono en la segunda. Resolvió el día esquivó el drama y estará en el sorteo de la segunda ronda. Más resultado que conclusiones en un partido puro de Copa del Rey.

Se notaba que en Vélez-Málaga era un día grande, casi festivo. Algún adolescente más de la cuenta para un día laboral se asomaba a las puertas del estadio horas antes de partido. Al mismo tiempo, los más mayores apuraban las últimas cañas antes de entrar al Vivar Téllez. «Esto es Vélez y aquí no gana nadie», cantaban en las terrazas contra el viento frío que soplaba. «Ahora Las Palmas nos va a cambiar lo de todos los domingos», rechistaba un anciano por no poder llevar su lata desde la cantina a la butaca.

La UD no cambiaba lo de todos los domingos: lo hacía la Copa del Rey. En parte sí y en parte no. Porque Vélez mantenía la esencia del fútbol modesto, quizá el más puro. Es ese balompié de gente que juega por poco más que amor al arte, de ventanas de cocina convertidas en palcos VIP -el campo está rodeado de viviendas- y de nervios de todo un pueblo. Solo el nombre de la Copa aderezaba el choque para darle un sabor completamente distinto. Todo con un lleno absoluto. No había hueco ni en las terrazas.

Eso fue lo que se encontró la UD cuando pisó el césped artificial del Vélez. Un equipo reconocible por los rostros de Benito, Moleiro o Ferigra que daban a cuerpo a un once lleno de suplentes. Era el día de esos que apenas han contado, de esos que tenían en sus pies la oportunidad de decirle a Pepe Mel que estaban ahí, que podían tener un hueco en su rotación. Un partido más de ellos que del entrenador porque todos aspiran a lo mismo: poder tener protagonismo en esta UD.

Ante ese escenario, la UD salió con ganas de ser protagonista como siempre: con el balón. Delante, el ímpetu de once hombres de blanco que iban con todo lo que tenían en el cuerpo. Apenas habían pasado cinco minutos cuando los amarillos marcaron el terreno. Una arrancada de Benito acabó en el otro costado, donde Ale Díez recogió un balón que buscó y encontró la cabeza de Ale García, incapaz de dirigir su testarazo a la red. Primer aviso.

Aquello removió al Vélez. Tanto que se estiró. Mantuvo esa presión y le metió una marcha más. Dominó con Adolfo y Cervera y le sacó las vergüenzas a Las Palmas. Damián se animó a subir y en una jugada trenzada, con ese punto de fortuna que debe acompañar a toda gran epopeya como la que planteaba el Vélez, Joselinho encontró un balón que significó el 1-0 y se tradujo en la locura de un pueblo. Solo habían pasado diez minutos.

Una solución rápida

La UD precisaba de una solución rápida si no quería que se le complicara más todavía el día. Andaba por el Vivar Téllez sin ningún tipo de norte. El balón no pasaba por Unai Veiga ni Maikel Mesa, incapaces de agarrar el partido dese ahí. Es más, el dominio era del Vélez. El gol no era fruto de un accidente del partido sino la constatación de quién era mejor sobre el césped.

Las Palmas era víctima del arrojo del Vélez, pero también de sí misma. Porque solo era capaz de encontrar algo de luz cunado Alberto Moleiro entraba en juego. Todo lo demás era caótico. La UD se calentó, empezó a pisar campo contrario y en el primer golpeo a portería de todo el día hizo el empate. Benito Ramírez se topó con un balón que rascó Pinchi, pisó el área y se animó a golpear con la derecha. El disparo trazó una parábola perfecta para hacer el empate.

La alarma cambiaba de color para la UD, pero por poco tiempo. Camacho exigió a Valles y poco después todo volvió al mismo sitio. Un cambio de juego, un rechace y el valor del Vélez se transformó en otro gol. Gonzalo lanzó la volea desde fuera del área, el balón rozó en Unai Veiga y se alejó de Valles para el 2-1. Tan real como triste para la UD.

Si la UD pensaba que iba a pasar de ronda caminando estaba equivocada. Todos los balones rebotados eran blancos, todas las jugadas divididas iban en contra del amarillo. La actitud defensiva dejaba todas las costuras al aire. Y en ataque, tan previsible era la UD que ni asustaba. Ya había demostrado que solo si subía el ritmo se volvía peligroso. A la segunda que lo hizo, empató. Un par de paredes, apertura de Ale Díez, centro atrás y gol de Sadiku. Tan fácil que parecía increíble que no lo hubiera hecho antes.

El paso por el vestuario dejó una víctima: Unai Veiga, un completo desastre. Salió Kirian para dirigir el cotarro y darle otro ánimo a la UD. No volteó el marcador porque Pinchi reventó al portero cuando tenía todo para hacer el 2-3 tras un rechace fatal de Diego Barrios.

Las Palmas tenía mejor color, pero el tiempo corría. Moleiro se fue al banquillo, un movimiento de cara al Sporting, para que Rafa Mujica saliera a darle cuerpo al ataque amarillo. La UD pisaba más el área de Diego Barrios, pero era incapaz de atosigar de forma total al Vélez, que ya solo veía a Álvaro Valles de lejos. Pinchi la volvió a tener desde fuera del área, como un rato antes Maikel Mesa, pero el asunto seguía igual: la UD era incapaz de tumbar a un rival de Segunda RFEF.

El resultado solo le daba alas al Vélez, que tenía sus opciones de pasar de ronda intactas y firmar uno de los mejores días de su casi centenaria vida. Quedaban 15 minutos y el 2-2 seguía presente en el Vivar Téllez. Y eso que las opciones de la UD seguían cayendo, con Kirian como motor de casi todo lo potable de los grancanarios en ataque.

Rafa Mujica desechó un mano a mano y se rompió en esa misma jugada. Un problema doble porque Ale García, que también parecía lesionado hizo el gol del cojo al pillar un balón en el área que ponía paz en la UD cuando quedaban menos de diez minutos para el final.

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