Ya sabíamos que un Lannister siempre paga sus deudas. Pero, si algo ha dejado claro el último episodio de Juego de Tronos, es que nunca debes tocar las narices a un Targaryen. La serie de las series ha pisado por última vez el acelerador para llegar a su desenlace final. El próximo lunes HBO emitirá el último episodio, mientras sus seguidores están divididos entre los indignados y los entusiasmados con la marcha de esta temporada final y, sobre todo, del capítulo de esta semana. Entre quienes han visto el giro que ha dado determinado personaje muy forzado y entre quienes lo ven como la evolución natural de algo que ya se nos estaba contando desde el principio. Naturalmente que quién no sepa nada de eso del giro porque quiere ver el capítulo quinto durante el fin de semana, queda avisado de que vienen muchos spoilers.

Ha quedado ya muy lejana la imagen de Daenerys Targaryen (Emilia Clarke) como aquella jovencita aspirante al trono que era aclamada al grito de "Mhysa" por los esclavos a los que había liberado al final de la tercera temporada de la serie. Aquella temporada había sido especialmente traumática, ya que un capítulo antes el fandom había quedado conmocionado con los sangrientos hechos de la Boda Roja. Los Lannister eran cada vez más poderosos, mientras la estrella de los Stark seguía en declive. Daenerys era la gran esperanza. La que podría inclinar la balanza en la guerra entre los Stark y los Lannister. Aunque siempre había una sensación de que, en cuanto la rubia de los dragones llegara a Desembarco del Rey, la podía liar parda.

A muchos parecía habérseles olvidado que los Targaryen fueron expulsados del trono. Jaime Lannister (Nicolag Coster Waldau) puso fin a la vida de Aerys (conocido como el "rey loco"), el monarca al que juró servir, al ver que éste estaba dispuesto a llevar a cabo una verdadera carnicería entre la población civil. Al principio del episodio de esta misma semana, Varys (Conleth Hill) nos recuerda que cada vez que nace un Targaryen los dioses lanzan una moneda y el mundo contiene el aliento. Algo ha olido siempre a chamusquina en esta familia, por muy nobles ideales que haya manifestado tener la khaleesi. En cuanto alguien le llevaba la contraria, soltaba a los dragones y les hacía un "drakarys". En la primera temporada, ni se inmutó cuando los dothrakis ejecutaron a su hermano. Tampoco nos olvidemos de cuál fue el destino de la bruja que envenenó a Khal Drogo (Jason Momoa). Durante su etapa al frente de Meereen no le temblaba el pulso a la hora de ejecutar a sus adversarios, especialmente los Hijos de la Arpía. Ni titubeó al desterrar a su ahora llorado Jorah Mormont (Iain Glenn) cuando se enteró que había estado espiándola durante años para los Lannister.

Tras todos estos años de viaje para reclamar su trono ha hecho lo que siempre dijo que iba a hacer. "Cuando mis dragones crezcan, retomaré lo que se me ha robado y destrozaré a aquellos que me han hecho mal, quemaré ciudades hasta sus cimientos. Dadnos la espalda y os quemaremos a vosotros los primeros". La frasecita es de la segunda temporada de la serie. Si alguien pensó que Daenerys Targaryen era una heroína que había venido a salvar al mundo, es que no ha sabido interpretar lo que los autores le estaban contando. Para algunos la nueva aspirante al trono era la metáfora perfecta de las nuevas políticas que venían a poner fin a la casta de la vieja política. Desembarco del Rey representaba un sistema corrupto que había dado la espalda a la gente sólo para concentrarse en mantener el poder por el poder. A quienes hacían esta interpretación, la metáfora les ha dado en los morros. La nueva política se convierte en lo de siempre en cuanto toca poder. Al final Daenerys no sólo ha resultado ser lo de siempre, sino algo peor. Una figura caída en desgracia y que se ha pasado al lado oscuro, como un Anakin Skywalker. Para el debate queda cuánto de esa parte oscura ha estado incipiente desde el principio o si no debería haber salido de una manera más gradual. Cuando una serie gusta a tantas personas es imposible contentar a todos y hacer cambios drásticos con personajes que son tan nuestros puede desencadenar la ira de los fans. Las cartas ya están echadas y ya parece que, para el final de la serie, la verdadera amenaza no va a ser ni el Rey de la Noche, ni los Lannister. Ahora parece que siempre ha sido la casa Targaryen. David Benioff y D. B. Weiss, los showrunners de la serie, tomarán los mandos el próximo lunes para contarnos el último capítulo.

Daenerys se veía a sí misma como la nueva esperanza. Pensaba que la iban a poner la alfombra roja al llegar a Poniente y se encontró con lo que le ponían era cara de perro. Las masas ya no la aclamaban e incluso cuestionaban sus intenciones. Haber dejado sus aspiraciones al Trono de Hierro para centrarse en ayudar a combatir la amenaza del Rey de la Noche le ha supuesto a la Targaryen graves pérdidas de carácter personal. Y encima nadie tiene intención de agradecer la ayuda. Todo el mérito parece que se lo llevan los Stark. En estos juegos de orgullo con sus cuñadas, a lo mejor no era tan mal consejo el que le dio Sansa (Sophie Turner) cuando le dijo que aplazara el ataque a Desembarco del Rey para que las tropas pudieran recuperar fuerzas. La cogen con la guardia baja y por eso en el final del cuarto episodio pasaba lo que pasaba.

Cierto es que en todo momento, se ha debatido entre atacar a saco o mostrar clemencia con la población civil. No obstante, cuando están hablando de dar la oportunidad a Cersei (Lena Headey) de rendirse, la khaleesi ya avanza lo que tiene en mente: "Tal vez sea bueno para el pueblo ver que Daenerys de la tormenta luchó por evitar el derramamiento de sangre y Cersei Lannister rehusó la oferta. Deben saber a quién culpar cuando el cielo caiga sobre ellos". En cuanto se cargan al dragón y a Missandei (Nathalie Emmanuelle) ya sabemos que no hay paz posible. Sobre todo porque las personas siempre habían aplacado su ira homicida ya no están para frenarla. La Daennerys está cada vez peor, consumida por el odio. Encerrada en su cuarto, sin querer ni comer ni hablar con nadie. Y para colmo Jon Nieve (Kitt Harington) le hace la cobra. Cuando comienza la batalla, en apenas unos minutos el dragón se ventila al Ejército de Cersei. Sólo quedan migajas y no tardan en sonar las campanas anunciando la rendición. A la khaleesi le sabe a poco la sangre y a lomos de Drogon comienza a arrasar Desembarco del Rey. Con cada pasada del dragón masacrando a la población, lanza su mensaje a Cersei. Esto es por tu culpa.

Con cada giro, Juego de Tronos ha tomado un rumbo que sus seguidores no esperaban. Todo apunta a que para el capítulo final el resto de personajes de la serie no se va a quedar de brazos cruzados ante lo que ha hecho la reina. ¿Se resarcirá Aria Stark (Maisie Williams) por lo que no pudo hacer con Cersei? Mis quinielas apuestan a que la khaleesi no va sobrevivir a la serie y, en esos momentos, temo de verdad por la vida de Tyrion (Peter Dinklage). Es cierto que su personaje lleva tres temporadas sin ser el mismo. A lo mejor que sus diálogos ya no estén escritos por George R. R. Martin ha podido tener algo que ver. El lunes veremos el gran final. No acertaré ninguna de mis quinielas, pero eso no hará peor la serie.