Que en España abundan los simpatizantes de Jorge Bergoglio, con independencia de sus creencias íntimas, es algo sabido que volvieron a demostrar muy a las claras los audímetros. La entrevista del papa Francisco en Salvados fue vista por 4.200.000 espectadores, uno de cada cinco televidentes dominicales. Muchos de los cuales seguro que no habían acudido a misa. Pero el interés mediático era indiscutible. Teniendo en cuenta que después de Salvados Ana Pastor lidia con los políticos que optan a la presidencia del Gobierno, hubiera sido muy interesante medir en clave demoscópica cuántos de los espectadores de la conversación con el Papa se hubiesen mantenido enganchados a La Sexta en función del invitado.

Sabemos que con Pablo Iglesias abandonaron dos millones, justo la mitad (o visto al revés, a lo mejor gracias a haber tenido como telonero al Papa, logró que lo siguieran más de dos millones). Pero nos quedamos con las ganas de saber qué hubiese ocurrido si tras Bergoglio hubiesen aparecido en pantalla Santiago Abascal, Pedro Sánchez, Pablo Casado o Albert Rivera. Con quién se habrían sostenido esos más de 4 millones de espectadores. Lo insólito de esta primera entrevista del papa Francisco en una televisión española es que no haya tenido lugar en la televisión pública. Teniendo en Roma nada menos que a Lorenzo Milá de corresponsal de TVE y a Sagrario Ruiz de Apodaca de RNE es incomprensible que el caramelito se les haya escapado.

Con la agenda de contactos que deben tener. Nos hemos perdido una entrevista que habría sido muy diferente, sin duda. Imagino una cita con Jorge Bergoglio en familia, con Lorenzo y Sagrario, a la que una vez enterada no habría podido faltar Mercedes Milá. Seguro que si tuviese lugar rompería audímetros. Quizá más adelante.