No sabemos exactamente cómo llegaron los primeros perros que habitaron el Archipiélago. "Llegaron desde las primeras oleadas de arribada de población que llega a Canarias, aunque no tenemos datados los huesos de perro y no tenemos, por tanto, la constatación directa", opina la arqueóloga Verónica Alberto, toda una experta en el estudio de la presencia o, mejor dicho, la huella de su presencia en los yacimientos de los antiguos canarios. Hay evidencias indirectas que sitúan la presencia del perro muy temprano en ese primer proceso colonizador, destaca. "Por ejemplo, en Gran Canaria tenemos evidencias de restos humanos mordidos por perros de épocas bastante antiguas: el siglo IV", dice.

No hay muchos datos, pero sí "es un tema que ha llamado bastante la atención" de los arqueólogos, reconoce. Sobre todo en los últimos años hay un interés creciente por saber y, precisamente, El Museo Canario está desarrollando un proyecto para abordar el estudio de los perros desde diferentes perspectivas con la conservadora de dicho museo Teresa Delgado como investigadora principal, en el que participa la propia Verónica Alberto junto a otros especialistas, para revisar los registros de fauna procedentes de cuevas que fueron recogidos con anterioridad, "con métodos no tan precisos o depurados como los de ahora, para intentar localizar restos de perros que hayan podido pasar desapercibidos".

Damos por sentado que llegan con esos primeros pobladores (y esas huellas de mordidas así lo confirman), pero además tiene su lógica "porque estas poblaciones vienen con la intención de quedarse, de colonizar y de tener éxito en esa colonización, por eso vienen con sus animales domésticos -como cerdos o cabras- y vienen con sus semillas para cultivar". Y el perro "es un elemento indispensable", insiste, en la vida cotidiana de cualquier población tradicional.

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