Al menos dos genotipos canarios de especies ganaderas han desaparecido en el siglo XX. El primero es la cabra guanil, cuyo último reducto fue la Caldera de Taburiente. Sólo quedaba un ejemplar macho y fue abatido por un grupo de ignorantes para poder "pegarse una jartada" a su costa. El otro fue la conocida como jaquita canaria, un tipo de caballo que abundó en las islas hasta que el ejército, con un obvio sentido militar, introdujo y distribuyó sus sementales en el archipiélago.

Se supone que estos ejemplares descendían de la población traída por los conquistadores que, en aquella época (sobre todo en el sur de la Península), tenía gran influencia del caballo bereber. Con el tiempo, como sucedió con otros genotipos, fue adaptándose a las condiciones canarias y adquiriendo características propias y diferenciales.

Como todo el mundo sabe, no hace mucho tiempo la caballería hipomóvil era fundamental en los ejércitos. Debido a ello, el Arma de Caballería tenía a disposición de los propietarios de yeguas algunos sementales con las características para ellos deseadas. Los ayuntamientos solicitaban la creación de una parada, proporcionaban las instalaciones para el animal y su cuidador y corría con los gastos de mantenimiento, todo ello supervisado por un veterinario.

En los años 60 del pasado siglo existía una buena distribución de paradas en el archipiélago debido a lo cual, paulatinamente, la jaquita canaria fue siendo absorbida por otras razas, de tal forma que, dos décadas después, era difícil encontrar fenotipos puros.

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