En todos los grandes destinos hay siempre un rincón fuera del escenario turístico y alejado del alboroto de la civilización. Gran Canaria no iba a ser menos. Conocida como una isla de contrastes, que le hace valedora de ser descrita como un continente en miniatura, alberga varias playas recónditas y salvajes que resisten a la invasión del cemento en sus más de 60 kilómetros de litoral playero.

Su acceso suele ser algo más complicado que la playa más corriente, requiriendo una caminata, de mayor o menor trayecto, para llegar al destino deseado. Estas son algunas de ellas:

La Caleta

Ubicada entre la Playa del Juncal y la Playa de Las Salinas, La Caleta es como el propio nombre indica, una cala de piedra localizada en pleno mar abierto. Su acceso se realiza a pie por un camino que parte desde El Turmán, en Agaete.

Montaña Arena

Su ubicación, lejos de urbanizaciones y con cierta dificultad de acceso, convierte a la playa de Montaña Arena, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, en una de las playas nudistas más célebres de la isla y de Canarias. Situado en un paraje virgen del tramo costero que hay entre Pasito Blanco y Arguineguín. Está aislada y el acceso es a pie, bien por la playa de Las Carpinteras o por Posito Beda.

Faneroque

También conocida como la Playa del Faneque o la Playa de Tamadaba, la playa de Faneroque, dentro del término municipal de Agaete, cuenta con una longitud de unos 260 metros a los que solo se puede acceder a pie, lo que la convierte en un rincón ideal para finalizar una jornada de senderismo con un baño en el mar.

Güi Güi

Los más de 800 metros de extensión han quedado alejados de todo tipo de civilización debido a su difícil acceso. La playa de Güi-Güi, enmarcada en la reserva natural del mismo nombre, se localiza en el municipio de la Aldea de San Nicolás, cuenta con un sendero cuyo camino más corto dura de entre hora y media y dos 2 horas desde la localidad de Tasartico. No obstante, los menos aventureros pueden llegar hasta este paraíso en barco vía Mogán o La Aldea.

Guayedra

Justo enfrente del Puerto de las Nieves, el lugar más emblemático y transitado de Agaete y de la comarca del noroeste de Gran Canaria, se encuentra se encuentra la playa de Guayedra, desde donde se puede apreciar a primera vista del Dedo de Dios, y al fondo el puerto. La playa, de arena morena y callaos, tiene una extensión de algo más de medio kilómetro y allí acuden, de una forma más tranquila y relajada que a la de su playa vecina pescadores, familias y nudistas.

San Agustín

Localizada al lado del Aeropuerto, la playa de San Agustín es uno de los tesoros costeros del municipio de Ingenio. Menor que su vecina y más transitada Playa del Burrero, se considera como un paraje para practicar de forma más tranquila el windsurf que tanto caracteriza a la zona, debido a sus condiciones meteorológicas.

Punta Arenas

Para muchos es desconocido que el municipio cumbrero de Artenara tiene salida al mar. La playa de Punta Arenas, más coloquialmente conocida como la Playa de Artenara, cuenta con apenas medio kilómetro de largo y situado en un entorno rocoso y con pequeñas calas de arena y piedra. Casi una hora caminando desde la carretera de La Aldea, y tres cuartos de hora en barco saliendo desde el puerto de Agaete le convierten en una playa de difícil acceso.

Aguadulce

A esta playa, con una arena rubia y un mar celeste envidiable, se puede acceder desde la autopista GC-1, desviándose por la entrada del barrio teldense de El Goro. Una punta sobresaliente en el mar separa a las playas de Tufia y Aguadulce, dos calas que, a pesar de su cercanía, sólo tienen en común el océano que las baña.

Tiritaña

Pequeña playa de arena negra flanqueada por acantilados, en la desembocadura del pequeño homónimo en el municipio de Mogán. Posee un entorno natural muy agradable y calmado al no estar señalizada. Es una playa pequeña que tiene una longitud de unos 86 metros y una anchura de 12.

El Confital

Aunque quizás sea el menos "recóndito" de todos, se trata de otro tesoro grancanario. Más allá del barrio marinero de La Isleta, la playa capitalina de Las Canteras desemboca en la de El Confital, un enclave natural que combina mar y montaña en el interior de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Es la demostración de que no siempre el crecimiento urbano tiene que pisar la belleza natural.