José Mendoza

214 metros. Esa distancia, la que mide el simbólico Puente de Piedra, separa la Plaza de Macedonia, representación de la modernidad occidental; del Antiguo Bazar, herencia del Imperio Otomano y corazón de la cultura oriental. En Skopie la línea entre las dos culturas no puede ser más delgada. Terrazas elegantes, restaurantes ideales para presumir en Instagram, camareros que hablan inglés, estatuas gigantescas y fuentes enormes se imponen al sur del río Vardar. Al norte, después de pasar la orilla donde se alzan varios museos con fachadas de estilo clásico, pronto aparece el encanto de las calles estrechas, los adoquines sueltos, las terrazas con mesas oxidadas, cafeterías donde reina el té y tiendas repletas de artículos de cuero.

En la desconocida capital de Macedonia se huele el pasado, se toca el presente y se vislumbra un futuro prometedor si gestiona mejor su economía. Para empezar, el proyecto Skopie 2014 puso patas arriba la ciudad desde el 2010 con el ambicioso objetivo de convertirla en una referencia europea: inversiones a diestro y siniestro -más de 200 millones de euros- para reformar numerosos edificios o levantar gigantescas estatuas por todo el centro de la ciudad. El plan dividió a nivel social a uno de los países más pobres de Europa pero ha llamado la atención de un turismo creciente. El visitante se sorprende de los resultados de un proyecto que ha dejado a la ciudad con una belleza artificial en algunos aspectos -se les fue la mano con las estatuas y los puentes- mientras desaprovecha otros puntos de interés, como la Fortaleza Kale. Situada en una colina cerca del Antiguo Bazar, hay que adivinar el lugar de entrada de esta maravilla del siglo VI en la que gobierna la suciedad y las hierbas altas en medio de vistas sin igual.

Fue reconstruida, como gran parte de la ciudad, hace 55 años tras un terrible terremoto que dejó más de 1.000 muertos y destruyó más del 75 por ciento de los edificios. La Guerra de los Balcanes, sin embargo, no la sufrió Macedonia en sus carnes ya que Yugoslavia sí que reconoció su declaración de independencia en 1991, al contrario de lo que ocurrió con Croacia o Eslovenia. Pero su historia se remonta siglos y siglos en el pasado con un figura central: Alejandro Magno. Macedonia se disputa con Grecia el origen del conquistador, uno de los personajes históricos más influyentes de la historia. El legado de Macedonia, que también da nombre a la región más septentrional de Grecia, ha sido un foco de conflictos políticos constantes. Tanto que el nombre oficial es el de Antigua República Yugoslava de Macedonia. Uno de los episodios más conocidos de estas disputas es la estatua con el rostro que se le atribuye a Alejandro Magno en la Plaza de Macedonia. Aunque tiene el nombre oficial de Guerrero a caballo, no es suficiente para evitar el cabreo de los griegos, que consideran al gran conquistador como parte de su patrimonio.

El cañón Matka

Skopie no solo ofrece esta mezcla de culturas. Muy cerca del centro, a menos de 20 kilómetros, se encuentra el Cañón Matka, un portento de la naturaleza de visita obligada. El lago del mismo nombre y la Cueva de Vrelo, nominada para ser una de las 7 maravillas naturales del mundo, forman el lugar ideal para pasar el día en cuanto sale el sol. Sin salida al mar, muchos son los macedonios que se desplazan hasta la zona, donde también se encuentran varios monasterios medievales en medio de la nada.

La amabilidad de sus gentes facilita el disfrute con multitud de ofertas, entre las que destaca un paseo en piragua por el lago hasta llegar a la cueva, una de las más profundas del planeta. Un recorrido en barco, varias cafeterías, numerosos puestos de comida y hasta un hotel completan las alternativas del Cañón, que se complementa a la perfección con la capital.