Opinión | Canarisma

¡Arráyate un millo!

¡Arráyate un millo!

¡Arráyate un millo! / La Provincia.

El envite es un juego de cartas, muy popular en las Islas, en el que pueden participar cuatro, seis, ocho o diez individuos que forman parte de dos equipos capitaneados cada uno de ellos por un «mandador» que es quien ordena la suerte del juego, para lo cual debe conocer las cartas del resto de los miembros de su equipo sin verlas. Para ello se valen de una serie de señas silenciosas para evitar ser sorprendidos por el equipo contrario. Todo un lenguaje codificado a través de muecas y gesticulaciones con significados bien precisos que indican los «triunfos» de los que está en posesión el jugador que a escondidas del equipo contrario, se lo comunica al mandador.

Si la abundancia de expresiones populares provenientes de la tradición folclórica y de los deportes autóctonos (como la vela latina o la lucha canaria) es notable, la importancia cultural de los juegos de naipes en las islas ha contribuido a la construcción y difusión de gran número de frases hechas para cada ocasión o lance, muchas de las cuales han trascendido de este universo lúdico para pasar a formar parte de la fraseología popular como expresiones idiomáticas de uso común. Así, por ejemplo, «barrer por sota y malilla» es una expresión claramente proveniente del juego de la baraja que expresa «limpiar», esto es, llevarse las cartas que quedan sobre la mesa que de un ámbito lúdicro ordinario ha pasado a significar, en sentido figurado, «el acto de salir pitando con los bolsillos llenos (robar), jalar, trincar todo lo que se pueda antes que se acabe la mamadera» (generalmente referido a alguien que se aprovecha de una situación de privilegio, abusando de la confianza en él depositada o a una clara alusión a un acto de corruptela); «millo a millo, la gallina llena el buche», frase que se emplea en el juego del envite cuando uno de los equipos se queda rezagado y en tanto va «arrayando millos» mientras el otro está a punto de ganar la mano, entonces se suele decir que «millo a millo, la gallina llena el buche/o hincha el papo» que ha trascendido como expresión popular para encomiar el ahorro.

Pero, seguramente, entre las expresiones más conocidas y difundidas de las procedentes del juego del envite está: «¡(Ar)ráyate un millo!». Originariamente hace referencia a de «piedras». «Arrayar» viene de ‘hacer rayas’, que en determinados juegos de naipes —como el envite— se refiere a marcar los puntos ganados. En sentido recto, arrayar se le dice al retirar las «piedras» (es decir, los granos de millo, garbanzos, judías, etc.) a medida que se van ganando tantos en cada «chico». Mientras que el «chico» es cada una de las partes de que consta una partida de envite. «Partido» es el conjunto de «chicos» ganados por los dos equipos.

El envite se juega en todas las Islas, si bien con algunas variantes entre ellas. Variantes que se refieren a la terminología como «envido» o «envío» (según se juegue en Tenerife o en Gran Canaria) o a las reglas de puntuación o «arraye» de piedras. De aquí procede la expresión «arráyate un millo» que en sentido literal invita al jugador que apunta un tanto para su equipo a retirar una piedra del centro de la mesa. En sentido traslativo se emplea con gracejo cuando alguien «se pega un golpe», esto es, tiene una ocurrencia graciosa y oportuna, un acierto simpático y sonado o da una respuesta o solución aguda o perspicaz. También se suele emplear en sentido irónico para expresar exactamente lo contrario. En este caso puede tener un valor afín a expresiones tales como: «¡jíncate un tuno!» que se usa para despedir a alguien con aspereza o de malos modos.