Nos queda el horizonte es una reflexión sobre una catástrofe natural (el incendio del pasado año en Gran Canaria), que la artista conecta con nuestra esencia. La instalación horizontal nos remite a la línea del horizonte del mar que rodea la isla. Combina y enfatiza las fronteras existentes entre lo orgánico y lo artificial, entre lo natural y lo industrial, y entre lo exterior y lo interior.