Braulio Rodríguez nunca he hecho otra cosa que no tuviera que ver con la hostelería. "Me inicié en sala en el hotel escuela Santa Brígida, también hice sumillería, hasta que vas conociendo jefes de cocina como Braulio Simancas, que es espectacular, o como Thomas Leeb, y me fue entrando el gusanillo por la cocina", confiesa cómo se metió de cabeza en el oficio que desempeña, en la actualidad, en su propio restaurante.

"He estado en hoteles, que es la mejor hostelería, porque es donde se hace todo, las masas madre, las salsas base, los fondos de carne y de pescado... Es de donde parte mi cocina", detalla, aunque, insiste, "la cocina moderna está muy bien, pero la tradición siempre estará por encima de todo". Por eso, en sus platos hay algo más que una buena formación trabajando buen producto, nada de eso funcionaría si no tuviera en cuenta "lo que hacían nuestras abuelas" (empezando por ir al mercado en busca del producto local de temporada) y, después, ser capaz de actualizar y crear.

En el restaurante Majuga (para quien no conozca este vocablo marinero del habla canaria, es pescado pequeño, sardina pequeña o banco de peces pequeños), ubicado en la capital grancanaria, Braulio ya ha cumplido diez años de una aventura gastronómica en la que sigue a su lado como socio y jefe de sala José Luis Sanagustín.

Especializado y deseoso por trabajar los arroces, primero tuvo la precaución de que, en el viejo barrio capitalino de Las Palmas donde se ubica el local, fuera una alternativa diferente a los otros negocios de restauración de la zona. Lo segundo era liberar al cliente de la atadura de arroces sólo para dos o más. Los suyos son individuales, con cerca de una veintena de referencias. "A la vez que el arroz es un producto muy versátil y le gusta a todo el mundo, no condicionas a una persona a que se lo coma mínimo para dos y la propuesta ha impactado", reconoce.

LEE EL REPORTAJE COMPLETO EN LA WEB DE PELLAGOFIO