El pan de puño en la panadería de Amaro Rodríguez, en Ingenio (Gran Canaria), se elabora artesanalmente y en el mismo horno que empezó a utilizar su tatarabuela hace más de 250 años. Hace unos meses la panadería fue seleccionada como una de las 10 mejores de España. Pocos años antes, sin embargo, se le rompió el corazón cuando diagnosticaron a su hijo pequeño como celíaco, que le preguntó desconsolado: "Papi, ¿ya no puedo comer pan del tuyo?". Eso le llevó a especializarse en productos de panadería y repostería para celíacos.

-Además de la panadería familiar de generaciones donde se trabaja a doble turno, has abierto otra y trabajas en las dos. ¿Qué fue lo que pasó para enredarte de esa manera?

-Yo tenía la panadería artesanal de toda la vida, que en herencia era de mi madre, pero me la dejó mi tía que siempre la ha trabajado y fue quien me dejó el negocio en 1994. Allí me puse a trabajar y sigo hasta el día de hoy, que me ha ido bien gracias a dios. Pero a mitad de 2011 mi mujer dio a luz al más chico de mis hijos, Amaro, que al año y medio tenía un montón de problemas de estómago, con vómitos. Decidimos hacerle varias pruebas y una de ellas fue de la celiaquía, que, como nos dijo el médico, "el colmo del panadero está aquí, que tu hijo vaya a ser celíaco". Pues así fue, cuando el médico nos lo confirmó nos quedamos mi mujer y yo llorando como dos pollitos, porque no sabíamos exactamente lo que era, sino que se trataba de una enfermedad de por vida y con un control de la alimentación. "Lo primero que hay que quitarle es el pan", nos dijo. El niño tenía apenas dos años y estaba empezando ya a hablar, de regreso a casa viene y me dice: "Papi, ¿yo ya no puedo comer pan del tuyo?". ¡Fíjate tú, con dos años! Y yo, añurgado, le dije: "No te preocupes que yo te hago un pan especial para ti, mi hijo".

-Y así fue.

-Yo tenía aquí abajo [en el garaje de casa] todo lo de los rallyes€

-Porque... ¿tú hacías carreras de rally?

-Yo corría en rallyes. También en motos de agua, que tenía dos. Con 16 años empecé a correr en motocross y después, con 22, me pasé a los coches y llegué a correr con un Honda Civic, con un Ford Sierra Cosworth y, por último, estaba con un Toyota Starlet de tracción trasera. Pues a los 15 días de venir del médico yo ya estaba indagando, trayendo harinas sin gluten del supermercado y haciendo pruebas a ver si lo sacaba, pero no daba pie con bola. Empecé a llamar a mis contactos y en cuatro días vendí todo lo que tenía en el garaje (el Toyota Starlet con todo el equipo y las motos de agua) y lo limpié. Pensaba que era mucho más fácil hacer el pan sin gluten, así que me puse prueba va, prueba viene, hasta que un día logré los primeros panes, que no estaban muy buenos, pero se podían comer: ¡lloré como un niño! Y seguí, poco a poco, ya con el garaje acondicionado, pero sin pensar en poner ninguna industria ni nada.

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