El tomate ha sido uno de los dos cultivos principales de exportación en Canarias en el siglo XX, influyendo mucho en la estructura socio-económica de las islas. Si bien se encuentran referencias del cultivo del tomate en Canarias desde al menos 1850, no parece que tuviera un gran consumo en las Islas, salvo en el caso de las clases más altas. El tomate empezó a ser bastante popular en Gran Bretaña a finales del siglo XIX, que comenzó a apreciar el gran valor nutritivo de este superalimento. Esto, junto con la presencia británica en las Islas (sobre todo empresarios de navieras), provocó el comienzo de la exportación del tomate desde Canarias.

Las exigencias de los mercados de destino, el Reino Unido y países del centro y norte de Europa, marcaron el tipo de tomate que se plantaría en Canarias: fruto redondo de 40 a 60 mm de diámetro ecuatorial, que se conocería luego como "tomate canario". Estas exigencias del mercado, su lejanía de Canarias y la progresiva introducción de plagas y enfermedades han marcado la evolución varietal del tomate.

La primera variedad introducida por empresarios británicos fue Perfección, en 1885 en Gran Canaria y en 1887 en Tenerife. Desde principios del siglo XX se trabajó con los cultivares Ailsa Craig o roja, Eveshan Wonder o blanca, Príncipe de Gales, Manzana Negra o Manzana de Palo y Cruce de Palo y Blanco.

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