Calificación: **? Dirección: Andre Ovredal. Guion: Geoff Bussetil, Norman Lesperance y A. Ovredal. Fotografía: Roman Osin. Música: Marcus Paus. Intérpretes: Nat Wolff, Iben Akerlie, Privanka Bose, Arthur Hakahlati, Ravdeep Singh Baiwa, Ania Nova, Oddrun Valestrand, Per Egil Aske, Torunn Lodemel Stokkeland. Duración: 104 minutos. Países: Noruega-Gran Bretaña-USA.

Reúne ingredientes diversos que suscitan la curiosidad del espectador y por ese camino llega a configurarse un relato que combina el thriller, la fantasía y la aventura. El problema es que así no llega a colmar sus objetivos y, lo que es peor, se pierde en una deriva hacia un cine fantástico demasiado delirante que se vale de la figura de un dios nórdico para poner sobre la mesa el mito del superhéroe. El caso es que una película no exenta de fuerza y vigor que comienza desprendiendo un cierto interés se tambalea en una parte final que pierde en ocasiones los papeles.

La figura de Eric, el protagonista, se impone en una historia que pretende heredar datos de la mitología nórdica. Dotado de poderes sobrenaturales, es detenido por la policía noruega al protagonizar un hecho violento que culmina en tragedia y acusado de homicidio involuntario. El tema es muy grave, pero la colaboración de Christine, una psicóloga que se entrega de lleno a su causa, marcará un antes y un después en la trama.

Quinto largometraje del director noruego Andre Ovredal, un perfecto desconocido en España del que no habiamos visto ninguna de sus películas, entre las que destacan Furure murder(2000), Trollhunter(2010) e Historias de miedo para contar en la oscuridad (2019), Mortal comienza con signos esperanzadoras que atrapan al espectador hasta que la consistencia del relato se viene un tanto abajo. De hecho la primera hora, con un aprovechamiento magnífico del paisaje noruego, plasmado con tonos grises y con una renuncia generalizada a los colores vivos, denota una estética personal más que loable. Es así como adquiere sentido el aluvión de efectos especiales que colman la cinta pero que no pueden impedir que el espectador se sienta realmente atrapado por ellos. Menos sugestiva de lo que prometía y con un equipaje romántico que carece de los estímulos idóneos, la cinta de Ovredal no consigue alcanzar sus ambiciones a pesar de que tiene elementos para ello.