Su mayor problema es que es una segunda entrega innecesaria que arroja muy poca o casi nada de luz sobre el material que vimos en 2016 y cuyo objetivo no era otro que mostrar la vida secreta y emocional de las mascotas. Sus responsables, sin embargo, se sentían obligados a rodar este nuevo capítulo en función del notable éxito en taquilla de la cinta previa, que obtuvo la mayor recaudación de la historia de una película original. Illumination, el estudio de animación responsable de éxitos como El Grinch, Gru: Mi villano favorito, Lorax, en busca de la trúfula perdida, ¡Canta! o Los Minions, se mueve muy a gusto en estos ambientes y prueba de ello es que nos trae su décimo largometraje de animación. Sin dejar de lado que en casi todos los casos, el director es el mismo, Chris Renaud.

Otro factor que no ha tenido el respaldo que merecía es el del carácter irreverente y un tanto subversivo de los personajes, que siguen alejados en alguna medida de los convencionalismos al uso pero sin llegar a sus niveles anteriores. Se diría, incluso, que es un producto menos gamberro y más domesticado que no pretende sentar cátedra al respecto y que persiste en explorar la vida emocional de los animales domésticos, especialmente los profundos vínculos que les unen a sus familias. Para ello no se ha escarbado apenas en ámbitos ya muy exprimidos. El casting no es más que una apuesta por la reiteración, de modo que volvemos a sufrir los estragos que provocan perros y gatos, sobre todo, empeñados en sacar lo mejor de sí mismos.

Con este planteamiento poco ambicioso, volvemos a saber del terrier Max, que ha sufrido grandes cambios y ahora rebosa cariño por los pequeños, de su dueña, que ha contraído matrimonio y es madre de Liam, del enfurecido pavo de corral y, entre otros, del perro de corral Gayo y de un precioso felino de las nieves. Sus peripecias y sus aventuras dejan paso a situaciones que en algún caso resultan amenas, aunque lejos de la vertiente ácida y casi neurótica de antaño.

Un producto, en fin, menor que revela la falta de recursos de los guionistas, que han apostado por soluciones poco originales que solo en ocasiones dejan entrever un humor eficaz.