Sumerge en un clima elevado de misterio y de inquietud hasta el punto de crear un ambiente de crispación y de esporádica agresividad, que convierten la película en un thriller casi explosivo. Es una lástima, por ello, que no mantenga la intensidad a lo largo de todo su itinerario dramático y que acoja algunos altibajos que rompen a veces con la coherencia del argumento. Una circunstancia que es, sin duda, producto de la falta de experiencia del director, el danés Kristoffer Nyholm, que debuta en la pantalla grande después de más de dos décadas entregado a las series de televisión.

Este era, con mucho, su más ambicioso proyecto y el que parecía abrir una nueva y más brillante etapa en su filmografía y la verdad es que no ha conseguido dar de pleno en el objetivo, aunque la cinta mantiene un nivel más que aceptable y se vale de un reparto en el que Peter Mullan, sobre todo, y Gerard Butler efectúan una labor estimable.

Inspirada en unos hechos supuestamente reales que tienen mucho de leyenda y que se divulgaron a comienzos del siglo XIX, su historia nos lleva a un remoto islote del norte de Irlanda, al que acaban de llegar tres fareros que, cumpliendo con su normativa habitual, están encargados de sustituir a los que han pasado seis semanas de soledad en un lugar en el que solo tienen por compañía a la luz. Pero antes, incluso, de llegar al faro se percatan de que allí no hay nadie. Es el comienzo de una pesadilla real que se abre paso con el encuentro de lo que parece ser un cadáver. La situación, con toda lógica, se degrada y la violencia, fruto de la codicia, toma cuerpo en un minúsculo escenario que no supera la longitud de un campo de fútbol. Escrita por los actores y guionistas Joe Bone y Celyn Jones, que se sintieron intrigados por completo por el relato y optaron por convertirlo en un texto, Keepers conserva parte de la tensión que requerían las imágenes, aunque sin conseguir situar en su justo lugar los elementos determinantes, especialmente los efectos de la avaricia que, a caballo de la insólita aparición de unos lingotes de oro, siembran el enfrentamiento y la violencia.