Calificación: * | Estados Unidos, 2019. Director: Jeff Wadlow. Guion: J. Wadlow, Jillian Jacobs y Christopher Roach. Fotografía: Toby Oliver. Música: Bear McCreary. Intérpretes: Michael Peña, Maggie Q, Portia Doubleday, Lucy Hale, Michael Rooker, Kim Coates, Parisa Fitz Henley. 110 minutos

Lo peor no es que fracase a la hora de sentar las bases del terrible misterio que asola la denominada 'Isla de la Fantasía', que es el escenario en principio fascinante pero después trágico en el que transcurre la película, sino que resulte tan aburrida de principio a fin. Es, sin duda, la lógica consecuencia de los sucesivos errores de este subproducto de terror que se equivoca por completo en todas las decisiones que adopta y en el quehacer de un director, Jeff Wadlow, que ya nos había dado muestras con sus títulos precedentes, entre ellos 'Kick Ass 2. Con un par', 'Cry Wolf', 'Verdad o reto' y 'Rompiendo las reglas', de sus limitaciones en estos terrenos.

Incapaz de crear el ambiente tenebroso y angustioso que requería la cinta, lo único que se extrae en claro de lo que vemos es que carece de los recursos humanos y narrativos para que la historia llegue a tomar cuerpo. Basada en una serie de televisión norteamericana que se emitió en formato de 154 capítulos entre 1977 y 1984 con un reparto encabezado por Ricardo Montalban, Fantasy Island está ambientada en un lugar privilegiado, una bella isla tropical en la que pasan las vacaciones turistas de élite que acuden en gran medida para resolver sus problemas sentimentales y profesionales.

Ignoran, en embargo, que detrás de esa espectacular fachada e inmersos en las interminables fiestas que se celebran para deleite de los clientes se esconde una realidad inconcebible que conduce al miedo y a la muerte. Con toques melodramáticos ridículos y que no vienen a cuento. De la mano del capataz del complejo, el inquietante señor Roark, que incorpora otro actor latino, Michael Peña, se van sucediendo situaciones inesperadas que tratan de apurar al máximo un temor creciente que conduce al enfrentamiento y a la locura. Todo, desde luego, carente de un mínimo de interés que contribuya a instalar un clima que reclame la atención. Muy al contrario, la evolución de los acontecimientos conlleva que el caos se haga fuerte y que nada impida que este sitio tan admirado se convierta en algo parecido al infierno. Eso sí, con grandes dosis de tedio.