Reafirma la categoría de un magnífico equipo de profesionales que han hecho del documental su razón de ser y que han forjado tres trabajos que pueden servir de modelo.

Si esos factores se apreciaban plenamente en Senna (2010), que ganó el Bafta, y en Amy (2015), que se hizo con el Oscar, ahora se reafirman de nuevo en Diego Maradona, que nos regala un retrato exhaustivo y notable del que muchos consideran que ha sido el mejor jugador del mundo de fútbol.

Con el eficaz y minucioso liderazgo del director Asif Kapadia, que es también responsable de una serie de interesantes largometrajes de ficción, el público tiene acceso a los entresijos más reveladores de la vida de un auténtico mito que ha reunido nada menos que 500 horas de metraje y que desvela aspectos esenciales de su trayectoria humana y profesional. Porque lo que vemos en la pantalla es bastante más que una mera biografía, es un análisis en profundidad que aunque comienza de forma un tanto convencional, se va asentando paulatinamente hasta erigirse en un testimonio impecable.

Todo comienza el año clave de 1984, en el que Maradona entra a formar parte de las filas del equipo italiano del Nápoles, tras el fracaso de su experiencia en el Barcelona, donde su excesiva vinculación a las fiestas no parecía interesar demasiado a los jerarcas del Barça.

Ante el nuevo reto que se le presentaba lo más decisivo y lo que motivó que el equipo italiano pagase una cantidad sin precedentes por el fichaje de un futbolista fue el afán casi obsesivo del club napolitano por ganar por vez primera el cotizado Scudetto, una meta hasta ese momento imposible que marcaba la inferioridad del Nápoles con sus eternos rivales, especialmente la Juventus, la Roma, el Milán y el Inter.

El milagro no tardaría mucho en hacerse realidad y en solo tres temporadas el Nápoles y Maradona conquistaron la gloria. La película resume también las jugadas más llamativas y espectaculares que encumbraron al jugador.