La decepción es manifiesta y no ha tenido más trascendencia por las escasas repercusiones de la película tras su estreno en las salas, hasta el punto de que su traspiés en taquilla ha sido más que considerable. La realidad, al margen del tema de la respuesta del público, es que el director Emilio Ruiz Barrachina no ha encontrado nunca el punto idóneo en el que dar sentido a esta adaptación de 'La casa de Bernarda Alba' de Federico García Lorca, que puede haber sido bastante literal, en palabras del director, en cuanto al texto, pero muy poco fiel en su cobertura social y dramática. Inmersa en el seno de la trilogía que el realizador está dedicando al poeta andaluz, iniciada en 2017 con Yerma, que no vimos en Alicante, la tercera entrega podría tener problemas de financiación. Autor de seis largometrajes y dos documentales ('A la sombra de los sueños', 'El discípulo', 'La venta del paraíso' o 'El pilar de Piedra'), el realizador no ha conseguido todavía alcanzar sus metas prioritarias.

'Bernarda' podría catalogarse como un objetivo frustrado o como un intento en parte fallido por trasladar a nuestros días un texto de Lorca que pierde en este proceso sus señas de identidad. A pesar de haber contado con nombres de peso, especialmente una Asumpta Serna que da vida a la propia Bernarda, una Victoria Abril que pone todo de su parte en el cometido de Josefa y, en menor medida, una Miriam Díaz Aroca, en su papel de Poncia, que demuestra un empeño inédito en su labor, la película está lejos de transmitir las claves del drama.

Rodada en Salobreña, la mayor parte en una fábrica abandonada que ha sido transformada en un burdel, pretende adentrarse en la realidad de cinco mujeres que han sido secuestradas por decisión de Bernarda, que se hace llamar la "madre", para que actúen en función de su nueva condición de prostitutas. Las cosas, sin embargo, no van a seguir las pautas que la madame quiere, a pesar de lo cual se hace patente que mientras el comportamiento de Bernarda remite a la tiranía, el de Josefa conecta con la libertad. Faltan recursos decisivos para que la cinta adquiera sentido y pierda esa artificiosidad que impide que estas mujeres expresen todo lo que llevan dentro.