Gerardo Olivares transita por esa delgada línea que separa la ficción del documental y es, sin duda, uno de los mejores documentalistas de nuestro cine, género en el que ha ido madurando de forma evidente en los últimos años hasta adquirir un prestigio que rebasa el marco nacional. Con el mérito indiscutible de ser el único director español que ha ganado, con '14 kilómetros en 2007', la Espiga de Oro de la SEMINCI de Valladolid.

Sus películas de ficción, que han mejorado con toda lógica sus recaudaciones, siguen vinculadas estrechamente a sus documentales, lo que le permite moverse con enorme soltura y acierto.

Algo que se comprueba con meridiana claridad en '4 latas', que es una cinta, pese a determinados aspectos discutibles, propia de su fase de madurez. Rodada en las islas Canarias y en Marruecos, la película es una apología de la amistad y de la aventura que nos lleva al desierto del Sáhara a lo largo y ancho de un relato que se apoya en recursos dramáticos pero también de la comedia.

En ella vuelven a reunirse cuatro amigos que compartieron momentos increíbles treinta años atrás pero que ahora viven momentos de zozobra al enterarse que uno de ellos, Joseba, se encuentra enfermo en fase terminal. Tocho, el tercero del grupo, está decidido a verle antes de morir, lo que entraña trasladarse a Tombuktú, donde el enfermo reside con su esposa. Y la misma respuesta recibirá del francés Jean Pierre. Es más, para que el viaje en el que se embarcan resulte más entrañable, optan por hacerlo en un '4 latas', el mítico vehículo del desierto de sus años jóvenes. La ocasión la aprovecha, asimismo, Ely, la hija de Joseba, con la que tiene cuentas pendientes.

De esta forma lo que se plantea como un homenaje apasionante se transforma, por los problemas técnicos que revela el coche, en un trayecto hacia una situación límite en un medio tan terrible y cruel. La primera mitad la cosa tiene un cariz no exento de humor que se agradece, aunque la segunda conduce a un terreno dramático sin salida aparente. El final es una excesiva capitulación en sus planteamientos que puede no ser la solución más idónea.