La fuga de San Diego, una tradición casi centenaria

Nace dicha tradición concretamente en La Laguna en 1919. En el Instituto de Canarias de la citada localidad tinerfeña, un profesor acostumbraba a realizar un examen en estas fechas y un año este motivo impidió acudir a la romería de San Diego a los alumnos, que hartos, deciden fugarse e instauran así una costumbre que se repite desde entonces, anualmente, y que consiste en acercarse hasta la ermita para contar los botones de la estatua de Juan de Ayala, fundador del convento de San Diego.

Todo esto con el apoyo del director del Instituto de Canarias, Adolfo Cabrera Pinto, del que hoy toma su nombre. Cabrera Pinto intentó que el profesor cambiase la fecha del examen pero, al ver su negativa, apoyó a los jóvenes para que se fugasen.

Desde que el se hiciese esa hazaña para los estudiantes, cada año, los jóvenes se saltaban las clases para llevar una ofrenda de calabazas a San Diego, como símbolo de los suspensos, e intercambiarlos por aprobados, y aprovechaban la jornada para quedarse en los bailes del barrio, ya que durante esos días eran las fiestas patronales.

Poco a poco esta tradición se fue transformando e importando a otros puntos de las Islas, llevándose a cabo en colegios, institutos y universidades. Los estudiantes siguieron fugándose de clase -ya sea un día o toda la semana- y se cambió la ofrenda de la calabaza y el recuento de los botones por las chuletadas en el monte como símbolo de camaradería y convivenvia en el inicio del curso académico.

Es importante señalar que el día 13 de noviembre está considerado como un día lectivo pero algunos estudiantes logran escabullirse y realizan una fiesta. También es tradición, en ciertas zonas de Tenerife, lanzar huevos a quienes asisten a las clases. Por otra parte, en la actualidad, el motivo de esta tradición está desapareciendo y los jóvenes utilizan el día para desc