Gran Canaria es una isla muy visitada pero poco conocida. Esto se debe, en parte a que cuenta con la ciudad más poblada del archipiélago y debido a esto ha absorbido gran parte del protagonismo insular, olvidando la multitud de atractivos que esconde en toda su geografía, que son poco transitados y conocidos, no solo por los turistas, sino para el nativo. Estos son algunos de los parajes que hacen de Gran Canaria un paraíso:

El Bufadero de La Garita

Situado cerca de la avenida de La Garita y Playa del Hombre, en el municipio grancanario de Telde, este capricho natural es el mejor ejemplo de este tipo de formación geológica de toda la isla.

Este efecto es producido gracias a un conjunto de figuras prismáticas de basalto que recibe por una cueva submarina con el empuje sucesivo del océano. Por momentos, en una especie de estanque natural de roca, el nivel del agua desciende al estar conectado al mar, y parece convertirse en un desague. Y por momentos, el nivel del agua vuelve a subir y exceder el nivel de las rocas.

El Charco Azul

Está a menos de media hora a pie y a casi dos kilómetros del barrio de El Risco, en la carretera de Agaete a La Aldea. Y, sin embargo, sigue siendo un rincón por descubrir, aunque cada vez menos. Decenas de aficionados al senderismo se sienten atraídos cada semana por la pequeña cascada y por la posibilidad de darse un chapuzón en sus aguas dulces.

El Charco Azul es un pequeño caidero natural de unos 20 metros de altura, cuya formación geológica ha forjado a sus pies una pequeña piscina de múltiples tonalidades. A este minúsculo lago se le han ido sumando otros en su bajada por el barranco. Esta imagen del afluente discurriendo libre por permite a los visitantes zambullirse en sus frías aguas dulces y secarse en sus rocas.

Playa de Aguadulce

A esta playa, con una arena rubia y un mar celeste envidiable, se puede acceder desde la autopista GC-1, desviándose por la entrada del barrio teldense de El Goro. Una punta sobresaliente en el mar separa a las playas de Tufia y Aguadulce, dos calas que, a pesar de su cercanía, sólo tienen en común el océano que las baña.

El Roque

Situado en Moya, El Roque es uno de los caseríos más pintorescos del norte Gran Canaria, donde sus estrechos callejones y escaleras peatonales conducen por un laberinto de casas que se funden con el mar.

Playa de El Cabrón

La playa de El Cabrón, ubicada en Arinaga, atesora bajos sus aguas uno de los enclaves submarinos más sorprendentes del Archipiélago. Su belleza natural y la gran biodiversidad que albergan sus fondos convierten a este paraje en la primera zona propuesta para la creación de una reserva marina protegida en Gran Canaria.

Costa Botija

En las llanuras que caen al mar desde la Montaña de Amagro se encuentra un reducto pesquero de cuatro casas y un tagoror de piedra seca alongado al marisco del Norte.

El Confital

Aunque quizás sea el menos "escondido" de todos, este es otro tesoro grancanario. Más allá del barrio marinero de La Isleta, la playa capitalina de Las Canteras desemboca en la de El Confital, un enclave natural que combina mar y montaña en el interior de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Es la demostración de que no siempre el crecimiento urbano tiene que pisar la belleza natural.