Desde la costa hasta el Pico de las Nieves, Gran Canaria ofrece 1949 metros de desnivel para los amantes de las alturas y la aventura. Quizás poco, comparado con otros rincones del mundo, pero mucho para un territorio de tan solo 1.560 km². La isla esconde rincones prohibidos para los que no puedan soportar el vértigo, pero de una belleza sin igual para aquellos que se atrevan a combatir el miedo ante el abismo.

Tamadaba (Agaete)

La ruta norte esconde espectaculares acantilados que ofrecen al visitante una extraordinaria visión de la fuerza del mar en la costa norte de Gran Canaria, así como pequeñas calas y playas con un especial encanto marinero, se combinan con pintorescos espacios naturales que se asientan en una abrupta orografía consecuencia de erupciones volcánicas. El visitante que llega a Tamadaba se encuentra con uno de los pinares naturales mejor conservados de la isla, pero nada tan impresionante como el paisaje que se observa cuando uno dirige su mirada al mar. El risco de 1000 metros de altitud que baja hasta la costa de Agaete, respira a través de los cardonales y tabaibales de las zonas bajas y que es refugio hasta la Playa de Guayedra de multitud de especies de aves endémicas, y transmite al espectador la belleza y la fuerza de la naturaleza dibujada en las líneas que lo definen, en los colores, y en el viento que golpea el rostro como si quisiera acariciarlo.

Faneque (Agaete)

Este rincón del municipio de Agaete está considerado uno de los acantilados costeros más altos de Europa y algunos informes aseguran que el tercero del mundo con sus 1008 metros de altitud sobre el nivel del mar. A la sombra de Tamadaba, al formar parte de una prolongación del macizo que lleva su nombre, Faneque es un territorio inhóspito que ofrece uno de los miradores naturales más espectaculares de Gran Canaria. La altura de este coloso que corona el norte de Gran Canaria hace que el visitante se sienta diminuto frente a la inmesidad del océano Átlantico.

Andén Verde (La Aldea de San Nicolás)

Por el flanco oeste de Gran Canaria, la isla debió sufrir un gigantesco desplome, quedando un corte en forma de arco de 20 km, que se aprecia desde la Punta de La Aldea a la Punta de Sardina en el Mirador del Balcón en la zona del Andén Verde. Estos acantilados constituyen un ilustrado libro de la historia geológica insular, donde el visitante puede observar cada una de las coladas volcánicas (basaltos), que como una tarta, fueron elevando la isla hasta centenares de metros de donde se encuentra el mirador, a unos 400 metros sobre el nivel del mar.

El Roque Nublo (Tejeda)

El visitante que llegue a Gran Canaria debe saber que para llegar a los sitios mágicos de la isla hay que ser decidido, y el Roque Nublo no es una excepción. Unos treinta minutos de camino separan la carretera del símbolo geológico más importante de la isla, pero la vista desde su base merece la pena y mucho.

Hace unos 4,5 millones de años los restos materiales de una erupción conformaron el edificio central de Gran Canaria. La erosión ha desgastado siglo tras siglo esa gigantesca cúpula de lava dejando aislado en la centro de la isla al Roque Nublo y a otros roques similares como el Roque Bentayga. El Nublo se eleva 1.800 metros por encima del mar como si de un perfecto guardián de la isla se tratara. Su posición privilegiada ofrece al amante del vértigo unas vistas impresionantes de 360º sobre Gran Canaria.

Acantilados del Mármol (Santa María de Guía)

Entre los dos únicos barrios costeros del municipio de Santa María de Guía -San Felipe, limítrofe con Moya, y Caleta de Soria, en el límite conel municipio de Gáldar- se yerguen los acantilados del Mármol, un espectacular despeñadero de más de 200 metros de altitud. Existe una degollada o mirador natural del Acantilado del Mármol en las inmediaciones de Punta de Gallegos y donde comienza la pista de acceso a las parcelas agrícolas existentes en la referida punta hasta donde puede trasladarse el visitante más aventurero por un sendero que bordea el acantilado. Muy próximos a la costa se levantan también el cono volcánico del Pico Ajódar (el cono volcánico más grande de la isla con 434 m. de altura).

Sobrevolar las dunas de Maspalomas (San Bartolomé de Tirajana)

Los acantilados de Gran Canaria no son el único lugar al que deben acudir los amantes del vértigo. Saltar en caída libre desde 3.900 metros de altura es algo indescriptible que solo aquellos que se atreven a probarlo pueden comprender. La descarga de adrenalina que se experimenta durante los primeros segundos en los que se toma contacto con el aire es tan intensa que el estómago parece volverse del revés, mientras un millón de mariposas revolotean en su interior. Sin apenas tiempo para ser consciente de donde se encuentra, el aventurero se sorprende disfrutando de las vistas que ofrecen las Dunas de Maspalomas a 200 kilómetros por hora.