Quiso la historia o el azar que ayer, día en el que se cumplían los cien años del nacimiento de Orson Welles, otro genio cinematográfico e historia viva del cine, Francis Ford Coppola (Detroit, EE UU, 1939), se convirtiera en el primer galardonado de la nueva etapa de la Fundación Princesa Sofía. Coppola, maestro del arte cinematográfico, autor de la trilogía de El Padrino y de Apocalypse Now, iconos de la cultura contemporánea, ya forma parte de la nómina de los premios de las Artes. Tal vez un poco tarde para una personalidad excepcional como la suya, pero como subrayó José Luis Cienfuegos, director del Festival de Cine de Sevilla y miembro del jurado, "forma parte de la esencia de la historia del cine y en este momento, en el que se está reescribiendo, año a año, esa historia, es un premio útil para echar la vista atrás y analizar en profundidad qué es lo que ha pasado con personajes únicos como él y por qué la industria le ha castigado".

Coppola recibió la noticia en su casa de San Francisco, leyendo El Quijote, según él mismo cuenta en las palabras de agradecimiento que envió a la Fundación Princesa de Asturias. "Es un honor y lo acepto con gratitud, al tiempo que me doy cuenta de que, casualmente, estaba en mitad de la lectura de Don Quijote de la Mancha; así que, en palabras de Cervantes, 'el destino guía nuestra fortuna de una manera más favorable de lo que hubiéramos esperado'. Gracias".

Su candidatura fue propuesta por Fernando Rodríguez Lafuente, crítico literario y cinematográfico y miembro del jurado del premio de las Letras. Coppola se impuso en la última votación del jurado, por una amplísima mayoría, a la violinista Anne Sophie Mutter. Como leyó su presidente, José Lladó Fernández-Urrutia, en el acta se reconoce a "un narrador excepcional" que ocupa "un lugar prominente en la historia del cine" y cuya carrera "ha sido una continua lucha por mantener la total independencia emprendedora y creativa en todas las facetas que ha desarrollado como director, productor y guionista".

Su figura, se añade, "es imprescindible para entender la transformación y las contradicciones de la industria y el arte cinematográficos, a cuyo crecimiento ha contribuido decisivamente".

"Ya soy rico, ya soy famoso, ya tengo unos hijos maravillosos que están siguiendo mis pasos, tengo todo. ¿Qué no tengo? ¿Qué me hace seguir avanzando? Quiero aprender sobre el mundo, quiero aprender sobre la gente, quiero aprender, sobre todo, sobre mí mismo. Así que para mí, el cine es aprender". Coppola hizo esta reflexión en diciembre de 2010, en una clase magistral que impartió en el Festival de Marrakech, en el que rechazó la etiqueta de "maestro". "En todo caso un estudiante de último año", dijo.

Lleva algún tiempo dándole vueltas a una película que no acaba de cuajar, Megalópolis, una historia sobre la amistad, el dolor y el destino del género humano en nuestros días, una fábula futurista del Nueva York de finales de este siglo.

Hijo del compositor y director de orquesta Carmine Coppola y de la actriz Italia Pennino, en su hogar de Nueva York siempre se vivió un ambiente artístico. Una poliomelitis le postró en la cama durante más de un año en su niñez, pero su infancia también estuvo marcada por el juego con marionetas y la manipulación de las películas familiares en Super8.

Se formó en Arte Dramático en la Universidad Hofstra de Nueva York y en la escuela de Cine de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en la que obtuvo un postgrado en Bellas Artes con la cinta "Ya eres un gran chico" (1966). Renovador temático y formal, siempre empeñado en hacer cine de autor frente a la maquinaria de los grandes estudios, su postura chocó, en ocasiones, con los intereses de la industria hollywoodiense.

"Coppola acudió al rescate de directores de absoluta referencia que estaban en un momento complicado, como Akira Kurosawa o en sus inicios a George Lucas", afirma Cienfuegos. "El cine de hoy no sería lo mismo sin una figura como la suya, no sólo como director sino como aglutinador de directores de los años 70, de ese nuevo Hollywood de los Spielberg, Lucas, incluso Scorsese", añade. Ha dirigido una treintena de películas, 27 como guionista y 74 como productor, que acumulan 15 Oscar -cinco personales, como director o guionista-, numerosos Globos de Oro y premios de todos los festivales europeos. Fue Premio del 50 aniversario del Festival de Cine de San Sebastián en 2002.

Casado con Eleanor, el matrimonio tuvo tres hijos: Giancarlo, fallecido en un accidente marítimo en 1986; Roman, actor, y Sofía, directora, a la que ha producido algunas de sus películas, como Lost in translation. Es propietario de una empresa vitivinícola en California, de la revista cultural Zoetrope:_All story.