Exponer tu trabajo en el paso de cientos de miles de personas es un privilegio que el centro comercial Las Arenas me ofreció hace 13 meses y que gracias a la apuesta del Cabildo de Gran Canaria se ha hecho realidad. Exponer tu trabajo, y que este sea descripción del trabajo de muchos, es además una responsabilidad. ¿Por qué la historia del cine en Gran Canaria se ha contado tan mal? ¿Por qué quienes hicieron el esfuerzo por narrarla y los que hicieron el cine posible permanecen lejos del reconocimiento que su labor merece? ¿Por qué la mayoría de cineastas de la isla no saben el cine que otros cineastas han hecho antes, cómo es posible que estén rodando sin conocer el trabajo de sus más inmediatos referentes? ¿Qué explicación tiene que la maqueta de Moby Dick de 1,35 metros traída por los productores ingleses de Moulin Pictures en 1954 para servir de modelo a la construcción del cachalote gigante en el puerto de La Luz y las fotografías de construcción de la ballena, no se hayan mostrado públicamente jamás antes hasta hoy, 62 años después?

Ni hay tiempo que perder, ni más alternativa por la que apostar. La lacerante precariedad, atomización y falta de unidad del sector en Gran Canaria empieza, digámoslo una vez más, por no permitir que elementos ajenos al sector profesional ocupen lugares estratégicos en puestos de poder público. La exposición Gran Cine. El cine en Gran Canaria aspira a situarse en el mástil de proa de la extraordinaria oportunidad que vive el cine en las Islas gracias a la multiplicación de rodajes en los últimos años por las ventajas en el ámbito de los incentivos fiscales al cine que Canarias ofrece respecto al resto de España. Gracias a la enorme afluencia del centro comercial, la exposición persigue, por un lado, extender entre la población de la isla y visitantes esa idea de crecimiento que vive el audiovisual. Por otro, reconstruye la historia del cine en Gran Canaria poniendo en la tribuna pública masiva una propuesta de imaginario colectivo que, ojalá, siga revisándose a partir de nuevos datos y descubrimientos.

Muchos de los contenidos de la exposición son inéditos y la mayoría desconocidos por la población. Los números son: 400 fotos; 125 objetos relacionados con películas, entre ellos, la maqueta de Moby Dick y las fotos de construcción de la ballena en 1954, el Goya a la Mejor Película de Andrés Santana por Días contados (Imanol Uribe, 1994) y el mono zombi de REC 4 Apocalipsis (Jaume Balagueró, 2014), cedido por la empresa Efectos Espaciales DDT; 21 carteles del cine norteamericano a escala real y seis gigantes, nunca antes exhibidos a ese tamaño, como los de Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941) y King Kong (Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack, 1933); cinco vestuarios, uno cedido por el propio actor que lo vistió, Álvaro Cervantes, de 1898. Los últimos de Filipinas (Salvados Calvo, 2016); un expositor para hacerse fotografías emulando al personaje de Bisila (Berta Vázquez) en Palmeras en la nieve (Fernando González Molina, 2015); 15 bloques de texto; 3 bobinas de películas con 2 horas 40 minutos de proyecciones, la mayoría históricas, alguna inédita, cedidas por Filmoteca Canaria del Gobierno de Canarias y Gran Canaria Espacio Digital del Cabildo de Gran Canaria; un 'mapping' del sector en la isla y un cronograma de la historia del cine en la Isla.

Cine troglodita

¿Qué nos impide sumar al imaginario del cine en Gran Canaria el descubrimiento realizado en la cueva de Risco Caído (Artenara), con posibilidades de ser declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco? Si los canarios aborígenes dieron forma a un dispositivo óptico para facilitar la entrada de la luz de sol y su proyección sobre una pared en una cueva donde habían dibujado triángulos públicos y tallada como un templo de techo cilíndrico, ¿no podemos considerar esa película erótica que tiene al mismísimo sol como proyector la primera de Canarias y un precedente del cine único a nivel mundial? Como opino que sí, este es el primer elemento que figura en el cronograma donde se exponen los principales hitos asociados al cine en Gran Canaria, desde el neolítico hasta 2017. Son un total de 46, una historia que esta exposición cuenta por primera vez.

El audiovisual en un mapa

Visibilizar la presencia del sector audiovisual en Gran Canaria, haciendo explícita su dimensión sobre el territorio con la intención de contribuir a su conocimiento y favorecer sinergias, es el objetivo del 'mapping' que se exhibe en la zona central de la planta baja, un trabajo realizado por alumnos de la asignatura Industrias Culturales y Modelos de Negocio que imparto en el Grado en Cine de la Universidad del Atlántico Medio. Entre las entidades públicas y privadas de los sectores de la producción, distribución y exhibición, tanto de cine como de televisión, he añadido varias pestañas con los antiguos cines de la isla. Esos cientos de puntos coloreados sobre el mapa dan una idea de cuántas salas oscuras alimentaron los sueños de los grancanarios entre 1930 y 1980, cuando el cine en pantalla grande reinaba en el mundo.

Las fotos de Miró y Betancor

Las 400 fotografías que se exhiben en la muestra se realizaron sobre una selección de más de 2000. Especiales han sido las aportaciones de Teresa Gefaell con material inédito de REC 4: Apocalipsis (Jaume Balagueró, 2014), y de Francisco Moreno con las de la filmación de Como reinas (Andy Tennant, 2016). Sin embargo, las 12 realizadas en blanco y negro por Juan Antonio Castaño al director Antonio José Betancor durante el rodaje de Mararía (1998) son especiales por su calidad artística. Se exhiben por primera vez y constituyen un homenaje de los comisarios al director canario fallecido en 2006 de la exposición. Se muestran a gran formato en la primera planta en un espacio que comparte Betancor con el productor del filme, Andrés Santana. Todas las fotos incluyen en la imagen a Antonio José Betancor menos dos, que han sido elegidas porque corresponden al rodaje de Mararía en Gran Canaria. Aquí se recrearon las secuencias del bar y baile del pueblo lanzaroteño de Femés. En una de ellas aparece el fallecido timplista José Antonio Ramos en un cuarteto de músicos donde también figura el arqueólogo José de León.

Las fotografías del rodaje de Los baúles del retorno (1994) firmadas por la directora María Miró, también son de una calidad especial. La primera directora de cine de las Islas las tomó en los trabajos de escritura del guión de la película en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia). Una muestra a escolares en un aula atendiendo la clase, la otra es el retrato de una familia saharaui en una jaima.

Juan Gatti y David Delfín

Trabajar al más alto nivel en el cine español conlleva las más destacadas colaboraciones. Es el caso de Félix Sabroso y Dunia Ayaso, que desde 1992 lucharon por abrirse paso en la inclemente selva del cine en Madrid. Cinco años tardaron en reponerse del fracaso comercial de El grito en el cielo (1998), rodada menos de un año después del arrollador éxito de Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí (1997). La película siguiente, Descongélate (2004), fue producida por Agustín y Pedro Almodóvar y convirtió a Juan Gatti en diseñador de sus carteles. Una versión previa del de Los años desnudos (2006) se exhibe por primera vez en esta exposición. También una camiseta de La isla interior (2009) del modisto David Delfín, fallecido en junio pasado. Gracias a la aportación de los hermanos de Dunia Ayaso, la muestra también expone por primera vez objetos personales de la directora canaria fallecida en 2014.

Saldías firmó autógrafos

Reconocer la figura de Ramón Saldías como el primer cineasta profesional de las islas de la época contemporánea es una deuda que Gran Canaria tiene pendiente desde que este trasladara su residencia a Euskadi en 2003, tras 28 años trabajando en el cine en la Isla. La exposición le dedica uno de sus bloques con materiales enviados por el propio Saldías desde la ciudad de San Sebastián. Son fotos, acetatos y proyectos inconclusos como La ciudad de las columnas, una nueva colaboración con Pepe Dámaso. Una de ellas muestra al cineasta con su primera cámara profesional antes de cumplir los veinte años. El productor firmó autógrafos por primera vez en París en septiembre pasado, tras un pase especial de su película Kárate contra Mafia (1981) en el cine Le Grand Rex ante 1.700 personas. La exposición también incluye material audiovisual inédito, el del rodaje en Maspalomas del documental Aparceros en 1972.

Guerra y Santana

Los bloques titulados Vida y Milagro están dedicados a Andrés Santana y Adrián Guerra. Santana, originario del pago de El Trigo Diego de San Mateo, con una dilatada experiencia ampliamente reconocida en premios y nominaciones, Premios Oscar, Goya, Concha de Oro en el festival de San Sebastián, premios y distinciones en el festival de Berlín, etc. El otro, Guerra, del barrio de Escaleritas de la capital, con una trayectoria sin par en la escena nacional y europea en los últimos siete años: 14 películas estrenadas en salas, la mayoría con una notable trayectoria comercial y destacados reconocimientos. Por ejemplo, Palmeras en la nieve (2015), que hizo que, por primera vez, un filme rodado mayoritariamente en Gran Canaria se colocara en el podio de las películas españolas más taquilleras del año. Que la Isla cuente con dos los de los principales productores del cine a escala europea es un milagro para Gran Canaria. O mejor, un activo que pocos lugares pueden poner sobre la mesa.