Ayoze García

El martes después de la proyección del mediodía en el Monopol se creó un debate sobre los méritos de la película que acabábamos de ver: la colombiana 'Pariente', el primer largometraje de Iván Gaona. Y las opiniones estaban bastante divididas. Para mí, se trata de lo más flojo presentado hasta ahora en la Sección Oficial del festival de este año. Con otra selección en la que el nivel general fuera peor, no habría llamado la atención ni para bien ni para mal. Es digna técnicamente, con solventes actuaciones no profesionales. Pero cuando la comparamos con 'Cuatreros' o 'El otro lado de la esperanza'...

La película de Gaona cuenta no obstante con méritos innegables, principalmente en la elección de la música y en su diseño sonoro, obra de Daniel Najar 'El Gato', y aborda una temática relevante de la Colombia actual. Pero al mismo tiempo acusa una narrativa un tanto tosca que pone en riesgo la conexión de espectador con lo que ocurre en la pantalla, y cae en bastantes lugares comunes, con personajes descritos en apenas un par de pinceladas (el camionero rudo pero de buen corazón, su novia de toda la vida que se casa con otro, etc.).

Esa temática relevante que mencionaba antes es el día después de la desarticulación de los movimientos paramilitares que tanto daño han hecho en el país latinoamericano con la excusa de combatir a las no menos cruentas guerrillas. ¿Qué sucede en un pueblo cuando de la noche a la mañana ya no queda rastro, en este caso, de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que imponían sus propios tributos y practicaban la ley del talión? Pues por lo que se muestra en 'Pariente', ambientada a mediados de la década pasada, habrá quien se niegue a reconocer la nueva realidad, y habrá quien quiera seguir sacando tajada. Y sobre todo, la violencia no desaparecerá así como así.

Se echa en falta una reflexión más profunda sobre el impacto en áreas rurales de la desmovilización de dichas fuerzas paramilitares, lo cual constituye el toque más interesante de la trama. De resto, encontramos escenas poco estimulantes de desamores, peleas y disparos, así como ciertos giros argumentales que se ven venir de lejos, como por ejemplo la identidad del hombre que se oculta tras un casco de moto.

Ahí es donde 'Pariente' se beneficia del detallismo de su apartado sonoro, que ayuda a mantener el suspense cuando flaquea. E igualmente, el uso de canciones populares colombianas aporta la mejor ambientación posible, y da pie a alguna que otra conversación sobre música que, algo bastante inusual en el cine hoy día, no resulta gratuita en absoluto. Son canciones que circulan en preciados casetes, unos objetos que suministran mágico consuelo a Willington el camionero después de que un primo suyo (el pariente del título de la película) le haya birlado al amor de su vida.