NORA NAVARRO

Las míticas bandas sonoras que arropan las películas de culto de la segunda mitad del siglo XX marcaron anoche el ritmo de la gala inaugural de la 17a edición del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria en el Teatro Pérez Galdós. La canción Lust for life de Iggy Pop, que abre paso al memorable speech inicial de Trainspotting, señaló el comienzo de la ceremonia, seguida del Everybody needs somebody de los Blue Brothers (Granujas a todo ritmo) en un directo de la mano de la Monkey Business Band, liderada por el saxofonista tinerfeño Kike Perdomo, con Moneiba Hidalgo y Omar Xerach como voces solistas.

El actor Secun de la Rosa, uno de los rostros principales del nuevo thriller de Álex de la Iglesia, El bar, condujo al público a través de un espectáculo cinéfilo-musical diseñado por el cineasta grancanario Félix Sabroso, que tomó el testigo de Elio Quiroga tras la pasada edición. "Para mí es un honor presentar este festival que da voz a tantos cineastas que buscan la libertad creativa", manifestó De la Rosa, quien destacó que, a su reciente paso por el circuito de festivales europeos, como la Berlinale, comprobó que "se reconoce el Festival de Cine de Las Palmas como uno de los más comprometidos y enamorados de esta profesión". Además, el cineasta recordó la reciente creación del Premio Dunia Ayaso a la Mejor Dirección, que inauguró la reciente edición del Festival de Málaga de Cine Español.

Y con estas palabras despegó una dinámica ceremonia al ritmo del pop-rock en el recinto capitalino, que este año se incorpora como sede estrella del Festival de Cine como escenario de proyecciones de la Sección Oficial, La noche más Freak y algunos pases de Linterna Mágica y Otar Iosseliani .

La Monkey Business Band brindó un acertado repertorio de cine, que se fundía en escena con los distintos fotogramas de sus filmes proyectados en el escenario. El acto contó con una nutrida asistencia de público, bastante superior a la edición anterior, donde no se requirieron alfombras rojas para arropar una cita donde el auténtico protagonista es el cine.

Entre los asistentes desfilaron cineastas de las Islas y personalidades vinculadas al cine y la cultura en el Archipiélago, así como autoridades del Ayuntamiento capitalino -organizador del certamen-, como el alcalde Augusto Hidalgo; la concejala de Cultura, Encarna Galván; o el concejal de Urbanismo, Javier Doreste. Además, la ceremonia contó la presencia especial del cineasta estadounidense Wayne Roberts, que introdujo su película a concurso Katie Says Goodbye, que se proyectó al final de la ceremonia .

Y como es habitual, el director del certamen, Luis Miranda, que ostenta este cargo por tercer año consecutivo, brindó el discurso más emotivo de la velada. Aunque lamentó que "el siglo XX fuera el del cine, mientras que el siglo XXI se dirige más a lo audiovisual, a lo digital y a no sé sabe bien qué, las pantallas de cine siguen siendo grandes, porque su realidad tiene que ser ancha y profunda para que quepa nuestra imaginación, que no tiene límites". "Las pantallas tienen que ser grandes, porque quieren ser espejo del mundo", manifestó Luis Miranda.

"Sin embargo, las pantallas de cine se han achicado y a los cineastas cada vez les cuesta más ganarse la vida con este oficio", apuntó el director, que aprovechó esta inflexión para introducir la novedad del MECAS (Mercado del Cine Casi Hecho), que se estrena en esta edición con el objetivo de brindar ayudas a la postproducción y a la distribución de proyectos audiovisuales en ciernes.

Miranda cerró su intervención haciendo un llamamiento al público: "En esta edición tenemos 130 películas para mostrar al público que el cine sigue vivo. Y que sigue siendo el medio que mejor conecta la imaginación con la realidad", concluyó, entre aplausos.

A continuación, De la Rosa desgranó las distintas secciones que conforman la programación de este año, que se ilustraron en escena con fotogramas de las distintas películas que se proyectan: Canarias Cinema, Linterna Mágica, La noche más freak, Panorama España, Panorama y los ciclos No Future: La nueva ciencia ficción y el de Otar Iosseliani. El presentador destacó de manera especial el Monopol Music Festival, con su doble programación de documentales musicales y conciertos en vivo, que arrancó ayer en los cines Monopol y en The Paper Club. Y también señaló la presencia exclusiva del cineasta georgiano Otar Iosseliani, que protagoniza uno de los ciclos especiales de esta entrega y que presentará los pases de sus películas hasta el próximo martes.

De la Rosa también hizo gala de un gran sentido del humor, que volcó en recordar que "ningún animal, simio, agente comercial o de ventas ha sufrido daño alguno durante los preparativos". Sus introducciones de las distintas secciones del certamen estuvieron intercaladas con himnos musicales de la historia del cine a cargo de la Monkey Business Band, como Shaft, de Isaac Hayes (Shaft); Fight the Power, de Public Enemy (Haz lo que debas), The End, de The Doors (Apocalypse Now); California Dreamin', de The Mamas and The Papas, (Chunking Express); The Madison, de Michel Legrand (Banda aparte); Green Onnions de Booker T. & The MGS (American Graffiti); In Dreams, de Roy Orbison (Terciopelo azul) y, como colofón, la fiestera This is the Rythm of the Night, de Corona (Beau travail). "La música es el pegamento de la memoria", afirmó.

Y después de los ecos de Corona, tras una breve pausa de 20 minutos, el cineasta estadounidense Wayne Roberts presentó su película a concurso Katie Says Goodbye, que inauguró la Sección Oficial del certamen capitalino, compuesta por 13 largometrajes de 12 nacionalisade distintas, que aspiran al premio Lady Harimaguada de Oro Fundación Cajamar.

Con todo, los melómanos y noctámbulos continuaron la fiesta en The Paper Club, que fue escenario del primer concierto de la cuarta edición del Monopol Music Festival, que estuvo protagonizado por la banda palmera Los Vinagres y su repertorio de hard-rock. Y así culminó la primera jornada del 17º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, ante el que todavía se abre un camino de nueve días y un centenar de películas que, entre la realidad y la imaginación, hacen que el cine esté más vivo que nunca en la ciudad.