Ayoze García

El Festivalito de La Palma ha resucitado, vaya que sí, tras cinco años de parón obligado por problemas económicos. Rebautizado como 'Festivalito - Festival de cine de las estrellas', el evento que en el pasado convirtió a La Isla Bonita en una referencia del 'cine chico', extremo o de guerrilla -aquel realizado con pocos medios y que ha aprovechado las tecnologías digitales antes de que se convirtieran en el estándar de la industria- vivió este viernes la primera jornada de su décima edición, centrada en una gala inaugural en la que se leyó el lema al que deberán ceñirse los participantes de La Palma Rueda.

Esa es, por supuesto, la sección con más tirón del Festivalito: ha congregado en la isla a unos 250 participantes entre directores, actores y técnicos, todos ellos listos para embarcarse en la aventura de concebir, protagonizar o dirigir, según proceda, uno o más cortometrajes de no más de cinco minutos en menos de una semana, para verlos en pantalla grande el último día y optar a uno de los premios.

La gala, que estuvo precedida de un recorrido de la batucada Klan Aborigen por calles de Santa Cruz de La Palma para ir animando el ambiente, arrancó pasadas las 20.30 horas en el Teatro Circo de Marte de la capital y tuvo como primer acto el concierto multimedia 'El universo humano', de Daniel Negrín. Se trata de un espectáculo con música en directo y proyecciones que ya se ha representado a lo largo del Archichipiélago y que encaja por su filosofía con la apertura del Festivalito al ámbito del autoconocimiento y el crecimiento personal: de hecho, los talleres y charlas en torno al yoga y témáticas similares son una de las cuatro patas de la programación de este año junto a La Palma Rueda, los actividades formativas sobre cine y las proyecciones de largos y cortos canarios.

Afortunadamente, la gala en sí recuperó la vena gamberra del Festivalito, con un dúo de presentadores que no parecían demasiado interesados en eso de los talleres 'hippies' de crecimiento personal y que intentaron hacer pasar 'Interestellar' de Christopher Nolan por una película canaria (sí que choca un poco su presencia entre el resto de proyecciones, aunque esté justificada: no es cine hecho aquí, pero sí 'cine de las estrellas', y no porque salgan Anne Hathaway y Michael Caine).

A todo esto se añade que el receptor de la Estrella Homenaje entregada en la gala fuera Rafael Navarro Miñón, uno de tantos cineastas que desarrollan su actividad en Gran Canaria y que estos días han dado el salto a La Palma (y no solo eso, en su caso además se ha propuesto rodar todo un largometraje durante el festival).

Como es habitual en él, Navarro se mostró parco en su intervención, manteniéndose fiel a su máxima de hablar lo menos posible de su obra y arrancando la risa entre el público. Aquello fue un antídoto contra la cursilería, o al menos una señal esperanzadora que el Festivalito no ha perdido mordiente.

Por cierto que el lema de este año de La Palma Rueda, 'Ave fénix', ha sorprendido bastante al personal. Lo predecible hubiera sido quizá un eslógan relacionado con el espacio exterior, dado el giro astronómico que ha dado el Festivalito en su denominación. En vez de eso, los organizadores han lanzado un recordatorio de que, por muy difícil que parezca hacer un corto en tan poco tiempo y con tantas limitaciones, el mayor reto, el de volver, ya está superado.