Ayoze García

El traslado de La Noche Más Freak al edificio Miller se zanjó en la madrugada del viernes al sábado con una buena asistencia de público, bastante frío y un triunfo absoluto de la comedia neozelandesa 'What We Do In The Shadows' ('Lo que hacemos en las sombras'). Ah, y no hubo barra de cerveza, si bien esa es una tradición que se pretende recuperar en futuras ediciones en la nueva sede.

La Noche Más Freak de este año arrancó pasadas las 23.00 horas con el mejor de los tres cortometrajes de animación programados: 'Pandas', de Matú- Vizár, interpreta de un modo muy peculiar las teorías evolutivas de Darwin y a lo largo de sus once minutos de duración, muy bien aprovechados, desvela el verdadero origen de aquellos osos asiáticos masticadores de bambú, despojados ya de su lado tierno.

Los otros cortos se quedaron lejos de alcanzar el impacto de 'Pandas': por un lado, 'One Night In Hell' cuenta con la colaboración de lujo de Brian May, guitarrista de Queen, pero sus estampas infernales no aportan gran cosa a lo que ya se había podido contemplar por ejemplo en la película sobre brujería de 1922 'Häxan'; y la mexicana 'El modelo de Pickman' es una adaptación bastante tibia del relato del mismo título de H.P. Lovecraft, un autor que siempre ha resultado complicado de llevar al cine.

Estos títulos se fueron intercalando entre los largometrajes de La Noche Más Freak, que ofrecieron un variopinto panorama del cine actual de terror y de género, en los dos primeros casos en su vertiente más humorística. 'Pos eso' es el nuevo trabajo del Sam Ortí, quien en 2011 se llevó el primer premio en el Festival de Cortos Villa de La Orotava con 'Vicenta'. Ahora el artista valenciano plantea un nuevo ejercicio de animación con plastilina, de una jocosidad muy hispánica y con voces de actores tan famosos como Santiago Segura, Anabel Alonso, Josema Yuste o el ya fallecido Álex Angulo. 'Pos eso' arranca con un pastiche de las aventuras de Indiana Jones, solo que con un cura de protagonista, y avanza acumulando referencias un tanto obvias a clásicos del cine de terror, desde 'Poltergeist' hasta 'La profecía', sin olvidar por supuesto 'El exorcista', que al fin y al cabo de posesiones va el asunto. A eso añade una crítica a los programas televisivos del corazón (sale una tal Belén, y no cabe duda de quien puede ser), así como unas dosis generosas de sangre y vísceras. Yo me reí lo suyo, pero he de reconocer que mucha sustancia no tiene.

El 'risómetro' subió todavía varios enteros con 'What We Do In The Shadows', probablemente la película que será más recordada de esta edición de La Noche Más Freak. Taika Waititi y Jemaine Clement, autores de la serie 'Flight Of The Conchords', se han sacado de la manga un falso documental sobre vampiros repleto de chistes agudísimos y que exprime al máximo la premisa de presentar la vida cotidiana de cuatro seres de la noche que comparten piso. Poco más hace falta añadir respecto a esta recomendable comedia, que obtuvo una aprobación unánime por parte del público. Que aplaudimos a rabiar, en otras palabras.

Para concluir la sesión, que se prolongaría hasta las 4.30 horas, llegó el turno de 'The World Of Kanako' ('El mundo de Kanako'), del japonés Tetsuya Nakashima. Estamos ante una de esas propuestas de La Noche Más Freak que se le puede atragantar a cualquier espectador que no rinda culto incondicional a lo bizarro, con un argumento enrevesado y que costaba seguir a aquellas alturas de la madrugada, y no digamos ya con el bendito cansancio acumulado de siete días de festival.

El programador de La Noche Más Freak, Jesús Palacios, afirmó durante la presentación de las películas que 'The World Of Kanako' es el mejor thriller asiático desde 'Oldboy' de Chan-wook Park. Palabras mayores, que generaron unas expectativas muy elevadas y a las que difícilmente puede dar respuesta un filme tan excesivo e irregular. Nakashima parece tener una filmografía con el suficiente empaque como para darle un par de oportunidades más en el futuro, y demuestra mucho nervio a la hora de conjugar una iconografía pop, guiños al anime, una banda sonora muy 'tarantiniana' y un tratamiento de la violencia que oscila entre lo estilizado y el límite de lo soportable. El argumento, con un uso recurrente de flashbacks para contar la historia de un ex detective en busca de su hija, que parecía ser la perfecta jovencita nipona, es puro cine negro dinamitado por numerosas escenas de acción y digresiones varias. Pero 'Oldboy', por proseguir con la comparación, poseía un sentido del equilibrio y una habilidad para llevar a buen puerto sus vueltas de tuerca argumentales que le son ajenos por completo a la película de Nakashima. Bien es cierto que uno siempre podría cambiar de opinión tras un nuevo visionado de 'The World Of Kanako', y que parece uno de esos filmes que ganan en una segunda lectura, pero el hecho de que no se escuchara un solo aplauso tras su proyección en La Noche Más Freak sugiere que no fui el único que se llevó una innegable decepción.