Ha sido algo sobrevalorada por la crítica española e internacional, porque aunque se trata de una a menudo interesante aportación a la vertiente del cine de zombis de terror no ofrece, en realidad, aspectos relevantes que vayan más allá de la discreción. Es, por ello, un producto a tener presente y que reitera el buen hacer en el plano narrativo y formal del director de Corea del Sur Yeong Sang-ho, responsable asimismo del guión. Cuarto largometraje del cineasta, autor también de 'The Fake' y 'Seoul Station', formó parte de la sección oficial, fuera de concurso, del Festival de Cannes y se coló entre las películas de la programación de Sitges-Cataluña.

Lo más interesante de ella es que sabe dar la cobertura idónea a un relato que no sólo se apoya en el elemento terrorífico, también en los problemas familiares del protagonista y de su hija, una pequeña que siente que su padre la tiene demasiado abandonada. Los primeros veinte minutos son de una sorprendente naturalidad, que Yeong-Sang Ho aprovecha para situar las claves apocalípticas del relato y sembrar las claves del mismo. La niña Seok Woo se siente algo más feliz de lo habitual porque su padre, que se divorció de la madre, la acompaña en un viaje en tren que la llevará desde Seúl, la capital surcoreana, hasta Busan, en donde vive aquella. Las cosas, sin embargo, empiezan a complicarse de forma inusitada y terrible cuando se producen unos graves incidentes de orden público que se van extendiendo como reguero de pólvora en la urbe.

Lo peor es que son sucesos trágicos que remiten a una macabra proliferación de muertos vivientes que propagan un virus tan efectivo y siniestro como mortal. Con los ingredientes argumentales solventados, lo que sigue es un producto de dos horas de metraje en el que el caos y el horror se expanden por Corea en un enfrentamiento mortal que une a padre e hija en una lucha sin cuartel contra los muertos vivientes que van diezmando paulatinamente a la población. Seol Wuo y Soo-an se unirán en su afán por sobrevivir a una realidad más que inquietante, si bien su suerte parece echada.