- Tras unos años explorando musicalmente Latinoamérica, por una parte, y sus recuerdos, por la otra, ¿qué supone este giro a África y Andalucía?

- Es ante todo una necesidad de apostar por la colectividad de la cultura canaria, que creo está engullida de manera peligrosa por Sudamérica. Veo que las generaciones nuevas no intentan indagar en sus raíces. Y eso que tenían archivo: el trabajo del Palo, de Taller, de Taburiente, de Caco Senante antes de convertirse en gaviota, o el de Magma 12, por ejemplo. El pueblo canario estuvo hurgando y metiéndose en la piel de sí mismo, conociéndose y reivindicándose. Hoy día lo que me produce tristeza y convulsión es ver a mi tierra totalmente perdida y sumida en imitaciones.

- ¿No forma parte del concepto de músicas del mundo aunar estilos y ritmos?

- Claro, hasta yo pasé por la exploración de la música mexicana, por ejemplo. Pero lo que se hace aquí de merengue o reggaeton es otra cosa. La música, como manifestación cultural, refleja nuestra pérdida de identidad. Eso es muy peligroso en un pueblo tan joven, de apenas 500 años. Con todo lo que estábamos avanzando, ahora corremos el peligro de convertir nuestra cultura en un souvenir.

- ¿Por qué, en especial, África y Andalucía?

- Miramos a Andalucía y vemos cómo ha progresado la cultura de ese pueblo con el apoyo a sus artistas. Es impresionante. Recuerdo que una noche en Granada, escuchan-do al entonces guitarrista de Enrique Morente, descubrí que el ritmo que hacía era un tajaraste perfecto. Esas son las influencias de la cuna, que es África. La suya y la nuestra. Pero aquí hemos acabado por dar la espalda a África, qué error más grande. Cuando te ves al Lebrijano haciendo esas canciones, o a Tomatito con los grupos africanos haciendo música del mundo con su guitarra... Dentro de esa espiral, toca un proyecto como Africandalusí. Canarias no puede darles la espalda a esos ancestros.

- Adivino una intención manifiesta al grabar el nuevo disco en directo.

- Mi intención con este Africandalusí es jugar con la participación, como hace el pueblo saharaui al manifestar su canto o lo que hace Olga Cerpa con Mestisay cuando canta Sulema en vivo. Eso es lo que va a ser mi espectáculo: volver a conectar con nuestra identidad perdida, todos juntos. Los temas van a tener una complicidad con el público que es precisamente de lo que se trata: yo quiero enamorar, dar a este pueblo alegría y que el pueblo entienda que hay ritmos, músicas y maneras de manifestarse con honor y con dignidad pero que no se pierde esa alegría por hacerlo en estos términos.

- La formación para este proyecto es bastante ambiciosa, tanto en cantidad como en calidad.

- A la hora de formar la banda que me acompañe, ante todo busco al amigo; que nos lo pasemos bien trabajando juntos. Después viene la calidad. He logrado las dos cosas: está Germán [López], que lleva dentro una ilusión muy grande y está dignificando el timple con las cosas que hace. Germán es el que va a meter el aire canario con su timple. También está Augusto Báez al piano, tras varios meses haciendo los arreglos musicales del espectáculo. El concierto comienza con Augusto, hasta que entro yo con la voz de Andalucía que mezclo en temas de Javier Ruibal, Camarón de la Isla, Chambao o Lole y Manuel.

- El proyecto itinerante de Taburiente de hace unos pocos años con el que trataban de mostrar a los jóvenes el origen africano del reggae o el hip hop, ¿puede considerarse un germen de esta aventura?

- En ese momento intentamos hacer ver a los pibes que Canarias no es el reflejo de lo que se dice de ella en televisión. Ahora han pasado unos cuantos años y creo que la cosa está todavía peor que entonces. Una vez hace muchos años coincidimos en Granada con Meneses, que es uno de esos cantaores profundos. Recuerdo que me sacó al escenario, me hizo cantar una malagueña junto a él y nos fundimos en el cante: dos culturas y una sola raíz. De esa época viene rondando todo esto. Pero no es una aventura, porque te aventuras cuando estás indeciso, cuando no hay nada seguro. Esto ahora lo tengo clarísimo.