Così fan tutte, la tercera ópera más famosa de Wolfgang Amadeus Mozart junto a Las Bodas de Fígaro y Don Giovanni, se pone en las manos del talento juvenil alumbrado por la Fundación Teatro Pérez Galdós, la Escuela de Arte y Superior de Diseño, el Conservatorio Superior de Música de Canarias en su sede grancanaria, el Instituto Politécnico y la Escuela Superior de Actores en un proyecto académico y multidisciplinar muy ambicioso. Los alumnos grancanarios tendrán la oportunidad de demostrar, los días 20 y 21 el talento y la capacidad de enfrentar una obra teatral que integra la representación escénica al completo con toda la fuerza local.

"Es la primera vez en Europa desde que existe este curso de colaboración interdisciplinar Erasmus desde el 2006, que llevamos a cabo algo tan ambicioso. Es algo precioso y raro y significa la implicación de una comunidad educativa con la voluntad de trabajar, además de la disponibilidad de un profesor externo", explica el maestro Pier Angelo Pelucchi, quien ejerce de director musical de este espectáculo lejos de Údine, donde es profesor de armonía y contrapunto y director de Orquesta.

No es la primera vez que el maestro trabaja con estudiantes en una ópera de gran repertorio. La experiencia Erasmus, que lleva cuatro años con arraigo en la Isla, hizo posible que el Conservatorio produjera el pasado año la versión concierto de E'lissir d'amor, de Donizetti el año pasado. Così fan tutte es una obra cómica que "en forma de concierto sería como matar al público, porque se requiere una participación y un mínimo de movimiento", advierte Pelucchi. En esta ocasión habrá vestuario, escenografía y una representación dramática.

Marina León , de 33 años, está en el primer curso de canto en el Conservatorio, y participa del reparto. "No es que empezara tarde, sino que tras terminar un grado medio, hace más de 10 años, decidí formarme en varios lugares, como Viena, los últimos seis años de mi vida con una maestra". León es la soprano que interpreta a la doncella Despina, limpiadora del circo durante el segundo acto. Ella conoce la obra de verla en el teatro, y ha cantado el aria e Despina en varias ocasiones, dada la obligatoriedad de la obra de Mozart en el aprendizaje de todo cantante y la compatibilidad del personaje con su timbre de soprano.

Despina es la que, junto a Don Alfonso, urde toda la trama para que Fiordiligi, Dorabella, Guillermo y Ferrando caigan en la trampa del intercambio de pareja, y así demostrar a los chicos que "las niñas somos infieles sin excepción, cosa que no es cierta", matiza la cantante. León es con toda probabilidad una de los integrantes más experimentadas del enorme equipo que hará realidad la representación de la obra, y sin embargo se encuentra en los albores de su carrera.

Aquí, los jóvenes complementan su formación con otros aspectos al margen de la técnica vocal, como son la escenografía y otras asignaturas complementarias para formar a un músico, "que a fin de cuentas es lo que somos los cantantes, a la par que intérpretes", subraya la joven solista. Este proyecto ayuda a los aprendices recién llegados al mundo del espectáculo a "quitarse de encima complejos poco a poco", y las herramientas que proporcionan los maestros, constantemente pendientes de la evolución de los chicos, son fundamentales en esta empresa: "es muy importante tirar de los maestros para poder trabajar con lo que uno tiene de natura y convertirlo en una cosa grande".

Proyectos académicos como el que supondrá la representación de Cosí fan tutte en un coliseo como el Pérez Galdós, desembocan en una muestra de gratitud recíproca entre el público y el alumnado, con la intermediación del cuerpo docente de cada uno de los centros educativos. "Nosotros llevamos trabajando desde hace siglos desde mediados de febrero no hemos tenido carnavales, ni Semana Santa, porque desde el principio sabíamos que musical y actoralmente no es una ópera nada fácil, aunque lo parezca", asegura León. Algo habitual cuando se trata de las obras de Mozart.

Sin duda la interpretación es un auténtico reto para los cantantes, que deben afinar la dicción y la entonación, acorde con la lengua italiana, y "afinar el legato -el arte de unir notas consecutivas en un periodo de tiempo sostenido-, que debe estar perfecto", explica León.

El Instituto Politécnico aporta, por un lado, a los alumnos del Ciclo Superior de Producción, que se encargan de que "todo salga bien", y por otro, los alumno de realización de audiovisuales, entre los que se encuentran los encargados de utillería -se aseguran de que todo el atrezzo está en manos de los actores a tiempo- y los regidores, cuya interacción con el reparto consiste en avisarles de las entradas y salidas.

Eduardo Castellano, de 19 años, se matriculó en el instituto en la disciplina de imagen y televisión, más durante esta experiencia de campo "maravillosa" se ha dado cuenta de que esto es lo suyo. El reparto actoral es un caso aparte. Destilan fiesta y el jolgorio por los camerinos, deambulan independientes en los descansos entre ensayo y ensayo y ponen de manifiesto que su doctrina es la expresión del cuerpo, y su pericia es la simpatía.

Adrián Torrijos, de 25 años, se encuentra en el tercer curso de la Escuela de Actores de Canarias, a expensas de un último año. "En la escuela tenemos una representación teatral al final de cada módulo", explica el joven intérprete, cuya experiencia sobre las tablas se traduce en espectáculos de clown primordialmente clásicos con los que intenta "trabajar y ganarse la vida, sobre todo con teatro infantil". De hecho nunca ha probado con la ópera, para la que el canto no es su "fuerte" y en Così fan tutte aporta la faceta parlante de la interpretación.

En estos términos, en los que los alumnos viven la experiencia de solventar la coordinación de cada una de sus especialidades y que ese trabajo tenga una proyección ajustada sobre el escenario, se dan circunstancias de hibridación y cooperación, en tanto el reparto de tares se materializa, y los actores hacen de cantantes, a veces, mientras los cantantes atraviesan líneas de interpretación muy marcadas durante la representación. Ellos tienen canto como asignatura, de hecho algún actor destaca por su lírica: "Mi compañero canta bien, pero yo no me atrevo", señala Torrijos sobre el joven actor sentado a su lado.

Naira Olivares, a la edad de 28 años, cursa como Torrijos, su tercer año en interpretación, y como a él le ha tocado un rorol de personaje del circo. Sus incursiones en el teatro se reducen a las prácticas. Salvo dos de sus compañeras que cantan en coros de zarzuela, su experiencia artística ni se acerca a la disciplina operística, y sin embargo acudió a la llamada de la escuela. Asegura que les falta tiempo, a ella y al resto, pues tienen que compaginar las clases con los ensayos que se prolongan fines de semana. A esto, hay que añadir la preparación de los exámenes. "Estamos hechas de otra pasta", sentencia Olivares, entre las risas de sus compañeras.

Buscaban actores con aptitudes acrobáticas y cierto nivel de mimo y pantomima. El profesor propuso a los 15 alumnos de tercero participar en este proyecto interdisciplinar, dado que poseen un nivel adquirido de base que los 30 alumnos de primero no tienen. "Los 15 quisimos participar, los quince al toro y los quince estamos aquí", declara sonriente la novel actriz.

El director de escena, Ignacio Cabrera, es uno de los profesionales que comparten mano a mano el trabajo preparatorio de Così fan tutte con los alumnos. Destaca las aptitudes de sus pupilos en el transcurso de los ensayos: "los chicos en escena están de escándalo, pocas diferencias hay con los profesionales", apunta Cabrera. Y añade que de la pericia profesional les separan matices como "la maduración de voz" o la "experiencia de trabajo". El profesor del Conservatorio reconoce la "dureza de este gran examen" y pone el acento en la enorme desenvoltura de los jóvenes, en los que confía plenamente. "Yo he funcionado con más noes que síes y hay que gestionar los síes que tengas". "Entre esta producción y los Così Fan tutte hipermillonarios, estamos en el punto medio".