El archipiélago canario tiene unos cielos de lujo que nos permiten ser testigos año tras año desde una posición privilegiada de la sucesión de espectáculos astronómicos, pero que hay que cuidar más. Esa es la opinión de los expertos, que se veía confirmada la semana pasada con la concesión a Gran Canaria por parte de la Unesco de una distinción como Destino Starlight para contemplar las estrellas.

"Los cielos de Canarias son de los mejores del planeta para la contemplación del Universo, prueba de ello es que nuestras islas albergan dos de los observatorios astronómicos más relevantes del mundo, el Observatorio del Roque de los Muchachos, en La Palma, y el Observatorio del Teide en Tenerife". Así lo afirmaba en una reciente charla en Teguise (Lanzarote) la asesora de la Fundación Starlight y miembro del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Antonia M. Varela. "Pero esta calidad natural no serviría de nada si seguimos despilfarrando energía y luz hacia el cielo, apagando las estrellas", explicó.

Según Varela, la semipermanencia de los alisios, la corriente marina fría que nos baña y la geografía y altitud, juegan un papel fundamental en la formación de una capa de inversión térmica entre 1000 y 1500 metros de altitud, por encima de la cual la atmósfera es muy serena y transparente, idónea para las observaciones astronómicas, como ya predijo Sir Isaac Newton en su tratado de óptica de 1730.

La protección del cielo oscuro comienza siendo de interés para la investigación astronómica, pero posteriormente se convierte en un factor de impacto para el medioambiente y el ahorro energético. Las luminarias y lámparas, perjudiciales para la astronomía, también producen efectos perjudiciales en hábitats y en muchas especies que necesitan la oscuridad de la noche para su supervivencia. Y además, recientes estudios demuestran que muchos ciclos hormonales y variables biológicas humanos presentan períodos circadianos, que se ven alterados por la contaminación lumínica produciendo enfermedades y disfunciones.

Y tampoco hay que olvidar el turismo científico, en este caso, turismo de estrellas. Para ello, se ha creado un sistema de certificación internacional, que acredita lugares como 'Destinos Turísticos Starlight' (esos a los que se ha sumado recientemente Gran Canaria), 'Reservas Starlight' y otras modalidades (hoteles, albergues, parajes, estelarios, etc.), valorando en primer lugar, la calidad de sus cielos y la posibilidad del disfrute de la luz de las estrellas.

Existen actualmente del orden de treinta reservas y destinos turísticos Starlight nacionales e internacionales, y en cualquiera de ellos podemos disfrutar de senderos nocturnos, catas de vino o aceite bajo las estrellas, jornadas 'g-astronómicas', cuentos a la luz de la luna, festivales de música, astrofotografía, paseos nocturnos en barco, o incluso comprar artesanía y productos inspirados en el cielo... y una amplia gama de actividades que maridan el cielo con la fauna, flora, etnografía, arqueoastronomía, gastronomía y tradiciones del lugar.