Esto sí que es un pedazo de orquesta". Miles de voces enloquecidas agradecían ayer a pulmón abierto el espectáculo que acababa de pasar ante sus narices. Era el Conciertazo que sirvió en la sala sinfónica el 28º Festival de Música de Canarias. Un aperitivo del primer concierto del Joven Festival que se celebra hoy a las 12.00 horas en el Auditorio Alfredo Kraus y con el formato completo que no se pudo desarrollar ayer.

Los protagonistas del Conciertazo sabatino serán los mismos que ayer pusieron a bailar como posesos a ritmo de can can a miles de escolares de 26 colegios de la Isla: la Orquesta Sinfónica de Gran Canaria con el director Pascual Osa al frente, y otro singular maestro de ceremonias, el músico y periodista Fernando Argenta. Con estos mimbres difícil errar en la tarea de inculcar cultura musical a un auditorio incapaz de definir con certeza lo que es una zarzuela o un musical, y mucho menos, salvo contadas excepciones, mentar algunas de las piezas célebres de Mozart, Haendel o Beethoven, por citar a tres clásicos populares. "Esto demuestra el fracaso de la vía curricular para la música. A los chavales hay que hacerles escuchar música y que sepan que eso es de Beethoven, de Bach, de Haendel, de Brahms, y entre toda esa música igual les gusta algo, y después puedes meterle lo que vale una nota negra con puntilla", decía en tono serio Fernando Argenta tras el concierto, cuando se le cuestionaba por el conocimiento musical del público que ayer tuvo enfrente. "Se lo han pasado bárbaro, no mienten, si no fuera así no habrían dicho esto sí que es un pedazo Orquesta".

No le faltaba razón a Argenta cuando en la última parte del concierto dijo en voz alta "corramos un estúpido velo", tras subir al escenario a un joven que tras preguntarle si conocía a Haendel, Vivaldi o Mozart, aquel le respondió con un "¡Yoss!" y "no sé nada". Al menos, el alumno se enteró que la cortinilla musical de la Champions League es de Haendel, y que la polca, en manos de Johan Strauss Jr, "era tan famosa como el break dance".

Fueron muchos los escolares que saltaron a escena invitados por Argenta después que pidiera silencio en el arranque, y les advirtiera que "la música clásica no es solo música de museos". Lo que iban a escuchar era "música que entra por la tripa y se escucha por los pies para seguir el ritmo". Muy participativos y sincronizados cuando tocaba batir palmas, seguir el ritmo o bailar sin tregua. En el programa, el Malambo, de Ginastera; el tema principal de Superman, de Williams con el personaje arriba y abajo perseguido por miles de miradas curiosas; la marcha nupcial de Mendelsshon con pareja de amor platónico incluida; la marcha de Pompa y Circunstancia, de Elgar; y las polcas Tritsch Tratsch y Truenos y relámpagos, de Strauss, entre otras, con los jóvenes Aitana y Asier dispuestos y con la batuta prestada de Osa marcando el tempo a la Sinfónica. Y como cierre, seis de las niñas- bailarinas de can can y la sala sinfónica en pie dando botes como si fuera un concierto punk.

Divertido sin perder la profesionalidad, porque como decía Pascual Osa, "hay que tomárselo mucho más en serio que con los adultos porque la responsabilidad es muy grande".