La isla de Gran Canaria es conocida como el pequeño continente. Su multitud de espacios a descubrir con un cambio constante de paisajes a medida que se recorre es un espectáculo tanto para los turistas que se aventuran por primera vez como para aquellos grancanarios que quieran apreciar cada rincón de su hermosa isla.

Los domingos suelen ser días de descanso y relax para aquellos que llevan toda la semana trabajando y necesitan una desconexión total para comenzar el lunes con buen pie y cargado de buenas energías. ¿Qué mejor plan de día de fiesta tranquilo que una "semi vuelta" alrededor de Gran Canaria? Coge tu mochila, prepara el bocadillo, la botella de agua y el picoteo, que los parajes más bonitos de la isla te están esperando para un domingo sublime.

Empezar en Santa Brígida sería una buena opción para ir viendo pueblitos significativos del pequeño continente. Dejando a mano derecha el pueblo con su pequeña ermita, se pondrá rumbo a San Mateo, a través de la carretera comarcal GC-15. Allí habrá parada obligatoria para disfrutar del mercadillo de domingo que se caracteriza por los puestos de comida artesanal donde el queso, el pan rústico y las aceitunas pueden ser un convite genial para los que quieran tomar un tentempié a mitad del camino. Además, los más curiosos, pueden pasarse por los puestos de música, animales o artículos también artesanales que aumentan el disfrute del lugar.

Sin detenerse demasiado tiempo, para hacer el recorrido completo y saborear el resto de paradas, se seguirá el rumbo con destino a la Cruz de Tejeda a una media hora desde San Mateo, siguiendo por la carretera GC-15 todo recto sin desviaciones. Buena música para el coche, excelente compañía y a disfrutar del abrazo de pinares que se irá recibiendo cada vez más fuerte hasta llegar al destino.

Conforme se ascienda montaña arriba se podrá ir apreciando la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria desde las alturas y, si se goza de un día soleado, la claridad mostrará los puntos claves de la Isla que se observarán con gran gozo desde allá arriba. Pinos y más pinos mientras el fresquito por el ascenso aumenta progresivamente, así como ese olor a pinocha que hará suspirar de pleno bienestar. El relax se adentra cada vez más y el disfrute se acrecienta sin parar.

Al llegar a Tejeda, después de alguna que otra vuelta enemiga para los que más marean, es obligatorio dejar el coche en el aparcamiento de tierra detrás de los puestos donde la burra Margarita estará esperando a todos aquellos que quieran montarla dejando la voluntad para su cuidado. Al bajar del coche, foto en la Cruz de Tejeda es lo primero que hay que hacer. Además, habrá que pasar por el mirador del Hotel Parador Cruz de Tejeda donde se podrá apreciar el precioso Roque Nublo y su fiel acompañante el Bentayga. Fuera ya del hotel, acercándose a la carretera caminando dirección al Nublo, se podrá contemplar todo el pueblo característico por sus pequeñas casas blancas en el fondo de la montaña y denominado "el corazón de Gran Canaria". Un Clipper de fresa en las terrazas de la zona, un paquete de turrón en los puestos y el saludo a la burrita serán objetivos a cumplir antes de seguir. Ahora, nuevo destino: Presa de Las Niñas.

Al coche de nuevo y a recorrer la GC-60 dirección Ayacata. Sentirse tan grande por encima del pueblo de Tejeda, tan pequeño bajo el Roque Nublo a medida que se le rodea y se le aprecia cada vez más. Disfrutar del contraste marcado por el verde y el marrón que visten los paisajes bajo el Nublo es un espectáculo de la naturaleza incapaz de pasar desapercibido para nadie. Respirar, sentir el contacto con la naturaleza, contemplar cada espacio y escuchar cada sonido. Conducir sin apenas darse cuenta y enlazar la ruta, a través de la GC-605, con la Presa de Las Niñas.

Nada más parar se verán las casetas de campaña de aquellos que decidieron pasar allí el fin de semana con el permiso correspondiente que se puede pedir en el Cabildo de Gran Canaria. Paisaje árido de primeras pero acompañado del verde pinar en el fondo, y la presa ahí, con la tranquilidad que le caracteriza, esperando a que algún valiente se atreva a darse a un chapuzón. Mesas y bancos de madera, perfectas para sentarse a comer el bocadillo y el picoteo, que miran frente a frente desafiante al árbol de la leyenda de Cassandra que más miedo dio en las acampadas de niño y que todavía se sigue utilizando en esas noches de casetas, oscuridad y silencio que solo un lugar tan mágico como este puede dar.

Una vez comidos, descansados y repuestos de esas energías puras que la presa regala, Mogán será el municipio elegido para darse un baño en su pequeña gran playa que tanto enamora. Dejando atrás la Cruz de San Antonio se comenzará a ver la entrada a la entrañable Mogán. Figuras gigantes relacionados con animales, gastronomía y otros temas harán la llegada al Puerto un tanto divertida. Así, sin apenas concebirlo, a través de la GC-200, se habrá dejado atrás la montaña y el centro de la Isla para introducirse en plena costa. Un paso por el puerto con sus bonitos barcos, una fotos en los canales y sus flores que hacen un contraste espectacular, una visita a la avenida o parada en uno de sus restaurantes para tomar algo frente a la playa y, como no, un purificante baño para dejar todo el estrés de la semana en sus aguas.

Siguiendo la misma carretera, y para que no se haga más tarde, se podrá disfrutar, sin necesidad de parar, de la costa del sur bañada del Atlántico con sus maravillosas playas de arena rubia. Taurito, Amadores, Puerto Rico y, cogiendo ahora la GC-500, un paseo express por Arguineguín hasta desembocar en el destino final: Maspalomas.

Con el día ya cayendo, lo vivido en el cuerpo y lo disfrutado en el alma, parar para ver la puesta del sol sentado en las dunas de Maspalomas es el broche de oro que una jornada así merece. Y tras la desaparición del sol, que se hace más y más pequeño hasta que el horizonte se lo come sin reparos, la heladería Ciao Ciao de Playa del Inglés puede ser una dulce opción para finalizar la "semi vuelta" a la isla con un rico crepe ideal para empezar la dieta el lunes.