El Sáhara, que en la más remota antigüedad fue fondo del mar y hace apenas 10.000 años una verde sabana poblada de lagos y cursos de agua, para después convertirse en el mayor desierto del mundo, protagoniza "La Prehistoria en el Sáhara Occidental", la nueva exposición inaugurada en el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología.

El público donde se podrá observar desde animales salvajes naturalizados, como una jirafa y un órix, piezas arqueológicas del neolítico y restos marinos fosilizados, una jaima beduina completa con muchos de los enseres cotidianos de la vida en el desierto, una reproducción de un abrigo con arte rupestre y su impresionante mundo funerario.

Esta última gran muestra ha llegado procedente de Granada gracias a un convenio con su Universidad y el Parque de la Ciencias, y permanecerá en la isla hasta agosto, periodo que estará impregnado de talleres de pintura rupestre, tiro con arco, curtido de pieles y conferencias de diversas disciplinas que desvelarán los secretos mejor guardados del mayor desierto del mundo, explica la directora del Museo Elder, Rita Hernández.

"La Prehistoria en el Sáhara Occidental" ha sido comisariada por el geoarqueólogo Francisco Carrión, que ha estudiado el territorio durante décadas, con la colaboración científico-técnica de Daniel Quiroga y Auxilio Moreno, quienes pasaron más de una semana en Gran Canaria para el montaje de esta valiosa exposición junto al personal del Museo Elder, que se prepara para mostrar esta propuesta, centrada en los 280.000 últimos años del Sáhara.

El cielo como referencia

Los hijos de las nubes protagonizan la primera sala, dedicada a la vida nómada de los beduinos, centrada en el pastoreo, con el cielo como referencia en sus viajes y donde cada familia posee una tienda, que podrá ser observada con lujo de detalle, totalmente provista de objetos auténticos, desde la silla de montar camellos, odres de piel para el agua o las tablas para que los niños aprendan las enseñanzas del marabú o maestro.

Francisco Carrión destaca asimismo la antigua relación con Canarias, con elementos comunes como la vela latina para pescar a finales del siglo XIX o la llegada de los aborígenes a las islas. "La ocupación se produjo desde el continente, no cabe duda, si bien el flujo se detuvo y se convirtió en una población autóctona con un desarrollo distinto desde ese momento", agrega ante la tradicional jaima.

De fondo del mar a verde sabana

Aunque la fecha en la que el salto poblacional se produjo es una incógnita, no lo es el sorprendente hecho de que miles de años antes el Sahara fuera el fondo del mar, antes de que los continentes emergieran y el agua se retirara, corales y organismos marinos poblaban el actual desierto, y prueba de ello serán los fósiles de trilobites y los crinoideos con su peculiar forma de tornillo, conocido como lirio de mar.

Los cambios climáticos no son nuevos, y el Sáhara ha sufrido muchos, tanto es así que hace solo 10.000 años también fue una verde sabana africana con sus características jirafas, antílopes, búfalos, rinocerontes y elefantes, algo impensable hoy día pero que aún permanece en forma de arte rupestre en cuevas y abrigos, donde incluso aparecen animales ya extintos. La reproducción de un abrigo del desierto es una de las piezas más llamativas de la exposición instalada en el Museo Elder.

El mar fija la temperatura del planeta y unos gráficos mostrarán al visitante el camino del Sahara desde su verdor hasta su desertificación actual, poblada de reptiles y camellos, aunque aún no es posible visualizar el camino de vuelta que ha emprendido para volver algún día a ser una rica sabana.

"Cada vez que hay una intensificación de la humedad prospera la humanidad", cuenta Carrión, quien detalla que el público encontrará momentos prehistóricos con las más antiguas herramientas usadas por el hombre hace 150.000 años, como piedras talladas como los bifaces, para abrir huesos y nutrirse de la médula, o hace 100.000 años, como las puntas para propulsores, todos auténticos restos arqueológicos de gran valor.

No solo se podrá observar una jirafa y un fabuloso antílope naturalizada, un moderno método de conservación de un animal real, en el que el objetivo no es darle tratamiento de trofeo de caza, sino conservar su vívida actitud, también será testigo de la época de la sabana un magnífico ejemplar de órix, situado ante una imagen de un verde relicto, es decir, resquicios de sabana que aún quedan en privilegiados rincones del Sahara.

La importante actividad de la sabana hace solo 10.000 años, en el neolítico, algo menos nómada, se verá representada igualmente con escenas de caza recreadas gracias a las pinturas de los abrigos, que permiten conocer el arma con la que cazaban jirafas, a la que golpeaban en su punto débil, situado en su largo cuello.

Pero también había una sociedad neolítica que explotaba los recursos naturales marinos que dejó rastros de sus herramientas de trabajo, como punzones y agujas de conchas marinas y cáscara de huevos de avestruz, también usados como cantimploras que se podrán observar junto a la cadena de fabricación de cuentas.

Una hermosa gacela saltarina o "springbok" naturalizada también esperará esbelta al visitante, no en vano este animal tiene un especial significado para la tradición beduina y, aunque es una pieza de caza, las familias domestican una en sus corrales para que las mujeres encinta miren cada día sus enormes ojos almendrados con el deseo de que sus hijos saquen su increíble mirada, y lo cierto es que no la tienen muy distinta.

De la muerte a la vida

Las estructuras megalíticas, con tumbas tal que úteros maternos abiertos nuevamente a la vida, nos transportarán al impresionante mundo funerario del antiguo Sáhara, con túmulos individuales y colectivos que caracterizan las sociedades del pasado, cuando la creencia animista indicaba que la madre de todos era la tierra y el sol naciente el punto a donde se orientaba su apertura para volver a iniciar el ciclo de la vida.

Es más, estas estructuras con forma de vientres preñados, también símbolos de poder social, albergaban en su interior comida, bebida y cuerpos en posición decúbito supino, la misma que antes de nacer. En la actualidad hay reconocidas mas de 500 estructuras en las que se realizan trabajos arqueológicos y, además de fotos y maquetas, una proyección mostrará estos centenares de estructuras megalíticas mortuorias que impregnan el amplio paisaje sahariano, una oportunidad única de poder conocerlas.

Todo ello en la segunda planta de Elder, pero la tercera alberga nuevas sorpresas con las que se hará disfrutar a los más pequeños con talleres de pintura rupestre, reproducciones de herramientas, hachas, martillos, un impresionante antílope sable naturalizado y un taller de tiro con arco a medida para público adulto y menudo, que también podrá fabricar flechas, montarlas y emplumarlas, todo ello con el inigualable ambiente que solo la música tradicional beduina es capaz de recrear para transportar al público a tierras desérticas no tan lejanas.