La noche en la que la vida y la muerte conviven sin miedo, en la ciudad se respira una amalgama de olores. El aroma que desprenden las castañas y piñas asadas se entremezcla con el del anís y las tortas de huevo y miel propias de los patios de vecinos de antaño, donde se honraba la memoria de los Finaos. Pero también huele a las calabazas siniestras, a la sangre de vampiro (gazpacho) o a los ojos de tritón (aceitunas) que ser sirven en las celebraciones de Halloween de algunos hogares. A la antigua usanza o al estilo "más americano", la víspera de Todos los Santos se convierte en uno de los momentos de reunión más esperados del año, que inspira tanto recuerdos como fiestas temáticas. Y es que ya sea para homenajear a los que han fallecido o para esconderse tras una máscara, la velada del 31 de octubre es una fecha marcada por la simbología y la tradición, vernácula o importada.

Loli Santana tiene claro que mientras viva, piensa cumplir la promesa que le hizo a su padre de no dejar morir las tradiciones. Tanto lo ha seguido al pie de la letra que, desde hace 1999 promueve en Vegueta "la tradición de nuestros antepasados". A sus 62 años, siendo ya bisabuela, la presidenta de la Asociación La Unión recuerda cómo, en otra época, los vecinos preparaban las mesas en los patios con frutos como castañas, piñas o manzanas del país, se brindaban con licores en honor a los fallecidos y se encendían velas a lo largo de la noche de los Finaos. "Los mayores contaban historias sobre los que habían muerto y no se dormía, sino que a las cinco o las seis de la mañana se iba directamente a los cementerios a llevar las flores a las tumbas de los difuntos".

Era este un encuentro familiar en el que tampoco faltaba la música popular canaria de la mano de parrandas o ranchos de ánimas. "El sentido era recordar a los que ya no estaban entre los vivos, pero no se le puede llamar fiesta en sí, porque tiene un sentido espiritual", comenta José Alberto Hernández, presidente regional de la Orden del Cachorro. La asociación también lucha porque no se pierda esta tradición en la que además, los niños iban de puerta en puerta con una talega pidiendo "los santos". El que abría les daba higos pasados, castañas o huevos duros, "y si llevaban una cesta se los daban frescos", apunta Loli Santana, cuyo marido, Rafael Caballero se encarga de ir a recoger las castañas y los licores para poder celebrar los "finaos" esta tarde con toda la ciudad. "Es una tradición muy bonita y la pena es que la gente prefiera disfrazarse antes que seguirla". Se refiere a la tendencia cada vez cobra más fuerza de celebrar Halloween, "una fiesta que llega a través del cine americano y que, para mí, son unos "carnavales siniestros", apostilla José Alberto, quien no descarta que "en unos años se implante la versión china de este día".

Emma García Gemmell tiene un punto de vista muy diferente. Aunque es gran defensora de las tradiciones de la que también es su tierra, para la propietaria de La Cocotte, Halloween es la fiesta más divertida "porque puedes jugar con la comida como no se puede hacer en otro momento", asegura en su local de León y Castillo. Y así lo demostró ella en la fiesta que le celebró por su quinto cumpleaños a su hijo Lucas en la que, después de un mes de preparativos, su derroche de creatividad se transformó en platos tan divertidos como las mini calabazas (mandarinas), los vasos con sangre de vampiro (gazpacho) o las momias Frankfurter (salchichas revestidas de hojaldre). "Aprecias este tipo de eventos cuando tienes familia, porque es algo para todos". Hasta para los "pro- castañas" que también acudieron al festejo que organizó hace dos años, que "en cuanto salió la comida se apuntaron a la americanada", recuerda divertida.

En La Cocotte, los clientes pueden encargar también su kit de catering para preparar su propio menú de Halloween. García Gemmell, por su parte, espera con ganas que su hijo crezca un poco más para preparar una comilona que "dé más miedo", confiesa.

A pesar de que le "encanta" esta celebración extranjera, la propietaria del negocios de comidas preparadas para llevar no descarta rendir homenaje a los finados más adelante. "Es cuestión de echarle imaginación. Así que me lo propongo como misión". Y es que para ella, la transmisión de las tradiciones son muy importantes y "hay que inculcarlas desde abajo". De ahí que le parezca una idea maravillosa que haya personas como Loli o José Alberto que se dediquen a velar por lo autóctono, para que lo canario nunca muera.