La estampa que hoy en día presenta Playa del Inglés no es la más deseable. La cala, considerada como el icono turístico del sur, ofrece una visión de abandono y deterioro que se pretende redimir con la gestión municipal, la ejecución de planes de modernización y la del trabajo del consorcio en el que participan el Gobierno central, el propio Ayuntamiento, el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana.

Pero lo cierto es que, a la espera de que el prometido ´lifting´ llegue a esta orilla del Atlántico, los miles de turistas que cada día pisan por este punto se llevan una imagen que dista mucho de ser la ideal.

La lista de desperfectos, amplia, contiene ante todo daños relacionados con los servicios que se ofrece al usuario de la playa. Este periódico recorrió la zona de baño existente entre el acceso principal, ubicado en el vértice oriental del centro comercial Anexo II, y el chiringuito número 5 de Playa del Inglés. Paneles descarnados, descoloridos y hasta agujereados, contenedores de basura oxidados y remendados con bridas, empalizadas de madera por los suelos, ´carriles´ para vehículos que no se utilizan, chiringuitos cerrados, esterillas protectoras roidas y hamacas adquiridas hace poco y ya inservibles salpicaban el trayecto.

Y no eran casos aislados. Sólo en lo que respecta a paneles, este rotativo contabilizó trece inservibles. Entender lo que en ellos se indicaba en varios idiomas era una misión imposible. En la mayoría de los casos, el sol se ha encargado de desteñir pictogramas. En otros, el viento ha hecho mella en los mismos. Y en número minoritario, los actos vandálicos han derivado en la rotura de carteles y en ataques a sus postes. Casi todos, no obstante, podrían ser de nuevo útiles con una restitución de su vinilo.

Los contenedores para la recogida de todo tipo de residuos tampoco tenían mejor presencia. Todos tenían su enganche oxidado, y cuatro de los nueve con los que se tropezó este periódico lucían unos aparatosos remiendos hechos con bridas a modo de ´puntos´. En uno de los casos, la sutura cruzaba justo por el centro del logotipo de Maspalomas Costa Canaria cual criatura del doctor Frankestein. En este receptáculo se habían colocado 80 verduguillos. Ya faltaban ocho.

Los chiringuitos también piden a gritos su renovación, cuestión en la que sí se ha avanzado, puesto que ya se ha elegido el nuevo modelo de puestos que lucirán en la cala dentro de unos meses. Los que aún se mantienen muestran los efectos de los agentes erosivos. El número 4, cerrado a cal y canto, se lleva la palma. El 5, camino ya del Faro de Maspalomas, se ha dotado de una esterilla para protegerse de la arena, pero la misma se encuentra rota por varios puntos, provocando una imagen lastimosa. Al lado se localizan unos servicios comidos por el óxido. Para utilizarlos, hay que abonar 50 céntimos, según reza en una burda advertencia escrita a mano.

Los desperfectos también afectan a otros servicios. Las empalizadas colocadas por el Cabildo para proteger las zonas de vegetación están por los suelos y en el carril ideado sobre la arena para los vehículos de emergencia, delimitado con postes blancos enterrados, se apostan los veraneantes a tomar el sol. Tal vez les falte información.

Las telas que se emplean para proteger a los usuarios de las hamacas y sombrillas urgen un cambio. Y si de tumbonas y parasoles se trata, llama la atención dos cosas. De un lado, el hecho de que se haya delimitado una parte del parquin de Anexo II como improvisado cementerio de antiguos respaldos ya en desuso.

Y del otro, numerosas tumbonas nuevas compradas ya se encuentren rotas y apiladas cerca de uno de los puestos de Cruz Roja. Según un hamaquero, que prefirió mantenerse en el anonimato, "las que eligieron son más endebles que las antiguas" y las sombrillas "no son las más adecuadas".

Respuesta

Ante semejante cuadro, el concejal de Playas, José Carlos Álamo, se defiende. "Hemos hecho más en estos tres años que otros que han permanecido más tiempo", avanza.

El edil recalca que la arena y el agua de Playa del Inglés están en perfectas condiciones, al igual que muchos de sus accesos y servicios anexos, como las pasarelas de madera. "No hay otro municipio que se gaste tanto como nosotros en limpieza de playas: cinco millones al año", desvela.

Sobre los daños, asegura que la cala presentará otro aspecto a final de año. "En unos meses tendremos adjudicados los nuevos chiringuitos. El contrato de limpieza está caducado y ahora estamos inmersos en la fase final de contratación. Habrá nuevos contenedores y maquinaria. También se está acabando el proyecto para licitar la renovación de la cartelería, y las hamacas viejas las vamos a quitar de ahí para reciclarlas. Es cierto que algunas nuevas se han roto, pero en breve nos llegará el material para poder arreglarlas. Hemos puesto otras 300 hace poco. Y, por último, en relación a las empalizadas, esa actuación es competencia del Cabildo y el hecho de que estén por los suelos se debe a los cambios que experimentan las dunas."