Un grupo de personajes de estética gótica, raras pero entrañables; divertidas pero con un especial sentido del humor. Únicas y a la vez universales que cantan, bailan y se divierten como tantas otras jóvenes que se saben distintas. Con esos mimbres se fue gestando en la cabeza del productor, guionista y director teatral Israel Reyes el musical Moonster Girls, las chicas de la luna llena, un espectáculo que estrena el Teatro Cuyás el 27 de diciembre.

Se trata de un musical que, puesto que se estrena en plenas fechas navideñas, ha puesto en marcha un bono musical especial con un descuento del 30% para un pack de cuatro entradas de butaca a 12 euros cada ticket. Asimismo, sus productores han activado una promoción limitada en la web www.letsbonus.com donde los asistentes podrán conseguir entradas por 10 euros la butaca.

Una idea, un sueño

El proceso de producción de este musical refleja, primero, la entrega y las vicisitudes de quienes en estos tiempos tan complejos se dedican a la producción teatral en nuestro país y, segundo, la pasión de aquellos que defienden aún cómo de una sencilla idea, de un sueño, puede surgir un producto de calidad, de más de 70 minutos de duración, defendido por 10 personajes, y trufado de canciones, bailes y magia.

Aquella pandilla irreal que pululó durante meses por la cabeza de Reyes ha ido tomando cuerpo, durante el último año, en las instalaciones de su productora en Las Palmas de Gran Canaria, Clapso, donde las voces de los intérpretes, caracterizados con sus pelucas rojas, naranjas o violetas, en chándal o con parte del vestuario, entrando y saliendo de la oficina, lo han llenado todo estos meses.

Ya a nadie le sorprende, cuando el reloj de la productora no ha marcado ni las nueve y media de la mañana, ese olor teatrero que nace de los aromas mezclados del café, el maquillaje, la laca, la pintura...

Alrededor de 40 aspirantes se presentaron en octubre al casting en Las Palmas de Gran Canaria para ser una de las chicas de la luna llena, casi al mismo tiempo que en la oficina de la productora se ultimaba el guión, las letras de las canciones o se concretaba con el jefe de vestuario, Unai Tellería, qué aspecto iba a tener el elenco, o se discutía con Jorge, de Logoferoz, sobre la imagen que se pretendía ofrecer tanto en la promoción como durante la función, ya que en el decorado de Moonster Girls se ha optado por combinar proyecciones con vídeos. De los numerosos bocetos ideados durante semanas por Logoferoz también salió un día Herminio, el murciélago medio tuerto que se ha convertido en la mascota del espectáculo y preside carteles promocionales por media capital grancanaria.

Faltaban aún meses para que se levantara el telón en el Teatro Cuyás y ya estaba en marcha una maquinaria que se ha llevado por delante 60.000 euros de presupuesto, toda una inversión para los tiempos que corren y una inyección económica para el puñado de profesionales grancanarios, ajenos a Clapso, que se ha encargado de, por ejemplo, construir los elementos escénicos -en este caso Rubén, Ana y Ninoska, de la empresa XHoXB-; Tavi García, el profesor de canto, u Odeymis Torres, la coreógrafa.

Música

En medio de esa vorágine, los temas musicales llegando a Gran Canaria, vía email o a través de archivos adjuntos de whatsaap. "Qué importa lo que opine de mi la gente. Tus insultos no te hacen más valiente", dice una de las estrofas, que gusta a todos los que la escuchan una de esas mañanas de noviembre en la productora. "¿Te gusta? Suena muy a La Familia Munster", añade alguien del equipo mientras el resto asiente ilusionado escuchando de nuevo la canción en sus iPhones o los ordenadores.

El productor musical Juan Sueiro, colaborador de grupos como Fangoria o Nancys Rubias, trabaja desde junio en la composición musical de las letras que Israel Reyes escribió. "Yo desde Canarias y él en Madrid", explica Reyes sobre el método de trabajo. Lo cierto es que en cuestión de días, las diez o quince personas implicadas en las Moonster Girls tarareaban de modo espontáneo algunas de las canciones, señal de que son temas pegadizos; no sólo buenos.

"Es un trabajo muy complicado porque no lo ves todo en su conjunto hasta mucho después de empezar a crearlo", explica Reyes. "Ahí está la gracia y, a la vez, el riesgo de un montaje como este", añade.

Por su parte, José Carlos Campos Suárez, que interpreta a Krapy ´el mago´, hijo de Dr. Jekyll y Mr. Hyde en la ficción, después de cuatro horas de ensayo, casi sin aliento, cuenta que "siempre se empieza muy en el aire cuando te enfrentas a un personaje, pero si se crea un buen armazón acabas disfrutando mucho con todo el proceso. Evidentemente tienes miedo", dice, "pero eso sucede siempre: nadie tiene una varita mágica que asegure el éxito".

Con el responsable de vestuario, Unai Tellería, las conversaciones por Facetime o Skype son también continuas. Que si la talla de pie del mago, que si la de cintura de las actrices o cuánto miden de alto€ Todo para acabar viajando a Londres con el fin de patearse el mercado de Camden Town, donde se encuentran las mejores tiendas de estética gótica de Europa. Mucha hebilla, algo de cuero, mucha media y, sobre todo, a tope de color negro para recrear a esas pandilla de entrañables monstruitas que van a enamorar al público más joven.

Los problemas con el vestuario, sin embargo, no acaban con el traslado de la ropa desde Londres a Gran Canaria en unos maletones que nada tiene que enviar a los baúles de la Piquer. El equipo de sastrería, formado por Ana García y Antonio Ceballos, debe adaptar entonces esas prendas a las necesidades de un montaje teatral. "Es necesario que la chaqueta -una gabardina negra llena de cueros y cremalleras- tenga en la parte de atrás una ranura para que al actor se la pueda quitar rápido durante el cambio de vestuario en una escena", hablan Israel Reyes y Unai Tellería en una de esas conversaciones de Skype que para los neófitos en la producción teatral suena casi a un exorcismo; romper ropa que ha costado un montón de libras no parece normal, y sin embargo lo es.

Sin llegar a sacarles el diablo del cuerpo, lo cierto es que son las actrices, que llevan el peso de la obra, quienes van mostrándose un poquito más nerviosas en la cuenta atrás de cara al estreno. "No es sólo actuar, que ya de por si tiene su complicación; en este caso, al tratarse de un musical, existe el añadido de que debes cantar y bailar a la vez, y eso pues te lleva a enfrentarte a todo el montaje con un poco más de respeto si cabe", cuentan Naira Gómez y María de Vigo, que interpretan a Alma Luna y Morticia Adams, respectivamente. El resto del elenco lo forman Nati Vera, como Franchy Morgana; Guacimara Gil, que interpreta a Virginia Wolf, y Raquel García, que da vida a Lucy Bathory.

Para todas ellas, este viaje de las Moonster Girls se inicia con la memorización del texto "sin intenciones. Es decir, aprenderse el texto palabra a palabra, como el Padre Nuestro. Luego ya se comienza la construcción desde un punto más físico", añaden las intérpretes mientras Nauzet Afonso, el maquillador, las va transformando con mimo y mucha base blanca de maquillaje en los personajes ideados por Israel Reyes.

En maquillar a cada una de las actrices se emplean casi cuarenta minutos, además de que Afonso debe hacerlo de tal modo que las propias actrices aprendan a caracterizarse ellas mismas de cara a poder maquillarse en las funciones. Lo mismo sucede con el trabajo de peluquería, que corre a cargo de Yapci Carrillo, quien lleva semanas trabajando en las fantásticas pelucas que lucen las actrices, y que llevan sujetas con una veintena de horquillas para que puedan bailar y saltar sin que vuelen durante alguna función, algo que no sucederá porque después de tanto trabajo la maquinaria Moonster está requeteafinada.