La lanzaroteña Rosana Arbelo regresa a Canarias con la gira de '¡Buenos días, mundo!', su sexto álbum de estudio. Serán cinco conciertos desde este viernes hasta el 18 de agosto en un tour que arranca en Puerto del Carmen para continuar en el Auditorio de San Juan, en Telde, el sábado. Por delante, La Palma el día 16, El Hierro el 17, y Tenerife el día 18.

Cinco conciertos en Canarias con el plus de actuar en su isla natal donde hacía seis años que no pisaba un escenario. ¿Qué sensaciones le produce esta gira por el Archipiélago?

Pues sensaciones diferentes y mezcladas, de todo tipo. Sobre todo porque después de estar seis meses fuera de España en gira con el grupo, llegas aquí y ves a la gente más desesperanzada de lo que me gustaría. Pero vengo con ganas y muchos deseos de cambiar todo esto, de conseguir otra forma de vida que necesitamos y merecemos todos en general. Luego en paralelo, como contaba el miércoles en Lanzarote, vengo con muchas ganas de disparar canciones para derribar esas desesperanzas, con ganas de encontrarme en casa, y conseguir que aquí ocurra lo que ha pasado en toda la gira: que la gente salga del concierto con una sonrisa, sintiendo que todos somos muchos.

En Lanzarote saldrá a escena vestida de blanco para mostrar su rechazo a las prospecciones petrolíferas; y en El Hierro protagoniza un concierto benéfico para la puesta en marcha de un plan de empleo que llevará su nombre. ¿Qué se reserva para las otras tres islas en las que actuará en los próximos días?

Más que estar en contra del petróleo estoy a favor de la vida, de cuidar lo que tenemos y las cosas que nos quedan. Cuando uno está en todas partes del mundo donde hay prospecciones, industria del petróleo, ves que todo es muy bonito, pero la gente ni siquiera puede bañarse en sus playas. Lo digo honestamente y sin hacer campaña alguna, estoy opinando ante preguntas evidentes. Me preocupa el petróleo en Lanzarote, la situación de la gente en El Hierro, los fuegos que hubieron en Tenerife y en otras islas, e iré de blanco en todas las islas, y mi defensa no es otra que la del ser humano. Espero, deseo y quiero un mundo que sea distinto. El mundo que tenemos es el resultado de un montón de cosas que entre todos hemos hecho mal. El mundo está frágil desde hace tiempo, y sigo apostando por hacer realidad la utopía. Nos merecemos un mundo distinto, donde uno no dependa tanto de dónde nace, donde no se dé tan poco valor a las emociones y tanto a la economía.

El contexto económico y social al que estamos obligados hace imposible afrontar la vida con esa actitud.

Hay una cosa que es evidente: cuando la miseria grita, como ocurre en estos momentos, no se oye otra voz. Lo primero que hay que arreglar entre todos es que la gente deje de pasarlo mal. Pero no el que empieza ahora a tener problemas, sino el que siempre los ha tenido en distintos sitos en el mundo. Esto es lo primero, que la gente tenga cubiertas sus necesidades básicas, y a partir de ahí hay que plantearse seriamente que la forma de vida que hemos creado no es nada buena. Hemos llenado nuestra vida de urgencias y no de las cosas importantes.

Cumple casi un año de gira con '¡Buenos días, mundo!' un trabajo muy optimista con el que usted ha querido plantar cara a la crisis.

Es un disco totalmente optimista. Hay veces que la gente entiende que la realidad no es optimista, pero el futuro sí. ¿Por qué no? Uno puede ver la realidad y rendirse, o sentir que podemos cambiarla. Yo soy de lo segundo. La gira ha sido una pasada, comenzamos a tocar desde que salió el disco en noviembre pasado, nos fuimos fuera de España por seis meses, y fuimos agotando en todos lados con una gira en la que la gente ha disfrutado en cada concierto. Seguiremos de gira hasta 2013 porque hay propuestas que llegan hasta final de año que vamos a hacer, y ojalá se sumen muchas más. Y luego tocará sentarse a quedarse uno en pelotas otra vez ante el papel en blanco.

¿Cuál va a ser el paso siguiente de Rosana de cara a la grabación de un próximo disco?

No lo sé. Ahora estoy con la gira. El paisaje donde se desarrolla ¡Buenos días, mundo! es mucho más enérgico y eso lo hemos encaminado con una sonoridad más eléctrica. Quien nos ha visto en directo desde Lunas rotas sabe que siempre ha sido así. Sí es verdad que no lo habíamos hecho parte del disco porque quería que fuese más un elemento de escucha, una especie de carta que toma otra dimensión a la hora de compartirlo en directo. En este disco, no han sido dos cosas distintas, he querido comunicar más lo que luego voy a compartir. Y no sé hacia dónde irá el próximo disco.

¿Seguirá cantando a la quiebra social y a ese mundo idílico que dibuja en su discurso?

Hace unos cinco o seis años hice un disco que era A las buenas y a las malas, el anterior a este donde ya hablaba de no rendirse, que no pueden con nosotros salvo que uno se deje morir; y desde el 96 vengo diciendo que es mejor vivir sin miedo, y como estamos vivos y no dejan de pasan cosas, no sé cómo será el próximo disco hasta que llegue a él, pero sí sé que hace cinco años estaba convencida de que íbamos a llegar a tiempo, y con el último estoy dando por sentado que somos capaces de llegar. Es hora de que nos involucremos todos, no solo los artistas. Es el momento de inventar una nueva forma de vida, aunque sea una postura romántica.

¿Cómo se consigue que cada concierto de Rosana tenga a tanto público fiel que hace suyas cada una de las historias que retrata en sus canciones?

Todo es fruto del trabajo, de hacer las cosas con honestidad, y obviamente uno puede tener momentos mejores o peores, tiene mucho que decir el estado de ánimo de la gente, pero creo muy positivo el hecho de que nos juntemos cada vez más personas que estén a favor de otro concepto de vida, más gente a favor de la gente. A la gente le debo la verdad, y si de algo me siento responsable es de contar y cantar la verdad de lo que pienso y siento en cada momento. Y a partir de ahí, habrá lugares en común. Es como cuando uno llega a la casa de la madre y pregunta ¿qué hay de comer? y fantástico. Desde hace tiempo los conciertos son un punto de encuentro muy bonito con la gente.

La voz de Chavela Vargas se apagaba por siempre el pasado fin de semana. ¿Cómo encajó su muerte? ¿Nos quedamos huérfanos de los grandes mitos de la canción latina?

Son palabras mayores, se nos van grandes voces. Llevamos un tiempo sufriendo esto, gente que suma toda una vida demostrando su valía, y otros que se fueron siendo grandes aunque la vida no les diera tiempo a demostrar lo que podían hacer, como Amy Winehouse, entre otros. Una de las cosas que nos hace ser conscientes de dónde estamos es que ninguno salimos vivos de aquí. Nadie será eterno, desde luego, y por qué no hacer que la historia que está por escribir sea más elegante que la que estamos dejando.